América Latina fue escenario de un conflicto bélico de proporciones épicas entre 1864 y 1870. Esta guerra, que enfrentó tres países contra uno, es considerada como la más sangrienta y larga de toda la historia de la región, de acuerdo con lo que detalla el Museo Nacional Casa del Acuerdo, institución histórica y cultural perteneciente al Ministerio de Cultura de Argentina.
En Latinoamérica se han vivido muchas guerras y conflictos, desde la época precolombina hasta hace algunas décadas. Entre los ejemplos más relevantes encontramos las guerras de independencia contra el dominio español, las guerras entre naciones por límites territoriales, las guerras civiles y las guerrillas.
La Guerra de la Triple Alianza, también llamada Guerra del Paraguay, Guerra Grande o Guerra Guasú, enfrentó a tres naciones —Argentina, Brasil y Uruguay (llamadas la Triple Alianza)— contra Paraguay. Este conflicto bélico, según precisa el Museo Nacional Casa del Acuerdo, se desató en 1863 tras el derrocamiento del gobierno federal uruguayo por parte de fuerzas liberales dirigidas por el general Venancio Flores, quien contó con el apoyo de Brasil.
El conflicto se originó cuando un grupo liberal, liderado por el general Venancio Flores y con el apoyo de Brasil, derrocó al gobierno federal uruguayo. En respuesta a la intervención brasileña en Uruguay, el general paraguayo Francisco Solano López intervino en defensa del gobierno depuesto y declaró la guerra a Brasil, según detalla el Museo Nacional Casa del Acuerdo, del Ministerio de Cultura de Argentina.
En respuesta a esta intervención brasileña, el general paraguayo temió que su país fuera el siguiente. Para evitar una supuesta ocupación permanente de Uruguay y proteger el equilibrio de poder en la región, Solano tomó la decisión de intervenir en defensa del gobierno depuesto e iniciar la guerra contra Brasil, según un artículo publicado por la Secretaría Nacional de Cultura de Paraguay.
En 1865, Argentina —en ese entonces bajo el mando de Bartolomé Mitre— se unió al conflicto del lado de Brasil y Uruguay, por lo que firmó el Tratado de la Triple Alianza. Este acuerdo establecía como objetivo la derrota del gobierno paraguayo y la imposición de nuevas condiciones territoriales.
Si bien el general paraguayo logró algunas victorias iniciales, las fuerzas aliadas —superiores en número y recursos— finalmente se impusieron. La guerra tuvo un impacto devastador en Paraguay, con una enorme pérdida de vidas humanas, destrucción de su infraestructura y economía, así como cesión de territorios significativos a sus vecinos.
La guerra concluyó en 1870, con la muerte del presidente Francisco Solano López en la batalla de Cerro Corá. Sin embargo, las tropas aliadas permanecieron en Paraguay durante varios años más: las tropas brasileñas ocuparon el país hasta 1876, mientras que las argentinas se retiraron en 1879.
Como resultado del conflicto, Paraguay perdió vastos territorios. A Argentina le cedió el Chaco boreal, comprendido entre los ríos Pilcomayo y Bermejo, y Misiones, al sur del río Paraná. A Brasil, el territorio entre el río Blanco y el río Apa.
La Guerra de la Triple Alianza dejó una profunda huella en la historia de Paraguay y la región. Sus consecuencias aún se sienten hoy en día y el conflicto sigue siendo un tema tanto de debate como de reflexión histórica.
Esta guerra, en conformidad con el Ministerio argentino, tuvo como objetivo la aniquilación del pueblo paraguayo, lo que provocó una drástica reducción de su población, entre el 60% y el 69%. La Secretaría paraguaya indica que, al inicio del conflicto, la población del país era de alrededor de 500.000 habitantes, pero que para 1870 se había reducido a la mitad.
Además de las devastadoras pérdidas humanas, la guerra también tuvo un impacto brutal en la economía del Paraguay. La agricultura y la ganadería quedaron prácticamente destruidas. El ganado vacuno, que al comienzo de la guerra se estimaba en más de 2 millones de cabezas, se redujo a menos de 15.000 en 1870.
El organismo paraguayo agrega que “el país se vio obligado a importar incluso productos básicos como papas o porotos, ya que no podía producirlos. Al no tener moneda nacional, circulaba moneda extranjera y tampoco había forma de pagar las importaciones. La guerra también destruyó infraestructuras cruciales, como el ferrocarril y los sistemas de comunicación”.