Cuando
Carlos Alcaraz se sacude los nervios de encima y reacciona ante el aviso de ponerse en serios problemas, se convierte en una bestia competitiva que destroza todo lo que se pone en su camino. En este Wimbledon está siendo una constante conceder ventaja al rival, pero nunca ha dejado de demostrar que tiene la marcha precisa para revolucionar el juego a su favor. Rozó la eliminación con Frances Tiafoe, lo pasó mal contra Tommy Paul, pero acabó arrollando.
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