Inmerso en un día de múltiples ocupaciones, escribo este pequeño reporte focalizado en la cumbre OTAN en Washington; ¡aquí vamos! Se expresan en la misma dos aspectos importantes que vienen desde la que se hizo en Madrid en 2022: -Derrotar a Rusia en Ucrania; contener a China; que Ucrania un día será miembro de la Alianza. Analicemos esto en el contexto global.
Derrotar a Rusia en Ucrania podía entenderse como una pretensión en 2022 (no para nosotros) que pudiera apoyarse en supuestos donde Putin podía ser derrocado, sus FFAA mostrarse incapaces y donde el “poder simbólico de la OTAN” podía ser alto para el público alejado de estos temas. En 2024 es más que evidente que esperar una derrota de Rusia en Ucrania sólo puede venir de la mano del empleo de armas nucleares y ello asumiendo la devastación de parte de Europa y Rusia, algo que hemos explicado no sólo muchas veces sino dando el escenario que conduciría a ese desastre.
Contener a China desde la OTAN resulta todavía menos creíble que el enunciado anterior: ¿En qué términos contendrán a China cuando convencionalmente necesitan años para regenerar capacidades convencionales de las que carecen hacen más de veinte años y empeoraron con la ayuda a Ucrania?. ¿Está dispuesta la OTAN a una Guerra Fría con China sólo porque Beijing tiene capacidades económicas y de producción que superan básicamente a toda Europa?. ¿Es creíble que la OTAN en las circunstancias políticas actuales de muchas de sus naciones claves, formule este tipo de objetivos que como hemos mencionado desde hace tiempo está lejos de cumplir?.
En punto a la admisión de Ucrania en la Alianza, es a nuestro juicio, la prueba fundamental de la gran falacia que envuelve a esta guerra europea: La OTAN sabe que arriesga una guerra nuclear con Rusia si admite a Ucrania. Si tal cosa no fuese así, hace años, desde el 2008, que Kiev sería miembro de la OTAN. Solamente un nivel de ingenuidad propio de las tonterías que por décadas han impregnado los análisis geopolíticos y de defensa latinoamericanos puede darse algún crédito a lo que desde la OTAN se enuncia en relación a la guerra europea. Algo que como un consumado “atlantista” nacido en el contexto de la Guerra Fría nos llena de enojo al ver el nivel de degradación que esa Alianza ha alcanzado luego de haber sido en el siglo XX una herramienta fundamental para la libertad en Occidente. Hoy es una farsa casi a la altura de lo que la Unión Europea muestra en Bruselas.
Si creemos que es una buena oportunidad para tocar el tema del “pacifismo” al que son tan adeptos los muchos “analistas” en estas latitudes. Siempre que pueden apelan a lo que creen aprendieron viendo la película “Gandhi”, y en ella encuentran la respuesta para enfrentar cualquier conflicto sin violencia. En realidad tales posturas son extremadamente precarias pues no tienen en cuenta algo fundamental: contra quien emplearán la ni violencia!!!.
1) Gandhi en la India tuvo siempre una ventaja inmensa: enfrentaba un Imperio que se regía por una democracia y que al final del día tenía escrúpulos morales para aplicar la violencia; 2) Supongamos a Gandhi ejerciendo la no violencia en Nuremberg durante una convención Nazi; 3) Supongamos a Gandhi ejerciendo la no violencia en Pyongyang bajo la conducción de cualquiera de los muchachos de la misma familia Kim; 4) Supongamos a Gandhi ejerciendo la no violencia contra Stalin, Mao o ese hombre tan amable en Camboya llamado Pol Pot; 5) El pacifismo sólo tiene posibilidad cuando enfrenta alguien con escrúpulos morales, o en su caso, pero requiere de una gigantesca capacidad para la inmolación, algo esto último que nos permitimos dudar posean la inmensa mayoría de los referentes progres latinoamericanos.
No creemos para nada en el pacifismo; sí creemos en la paz fundada en herramientas realistas. Tampoco creemos cuando se expresa que jamás la violencia resuelve nada, eso es una mentira. Sin el ejercicio de una violencia racional del Estado o la amenaza de la misma, las sociedades tenderían a la anarquía. Es una burda mentira creer que todo el género humano es bueno por naturaleza o que las naciones siempre obran de manera pacífica y dispuestas a llegar a acuerdos mutuamente satisfactorios. Solo la gigantesca falta de contacto con la realidad del mundo hace posible que en Latinoamérica se digan estupideces de manera constante. Ello ocurre en no poca medida por ser una región absolutamente irrelevante en el contexto mundial. Nadie nos toma en serio, ni lo hará por décadas, salvo que abandonemos la estupidez en un tiempo breve. Veremos, porque gran parte de los latinoamericanos aman la fantasía.
@J_Benavides
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