En tiempos de vaivén entre desasosiego y esperanza, de bamboleo entre certeza e incertidumbre, surge una pregunta: ¿enfrentar la realidad, por dura que sea? Interrogante, lejos de ser sencilla, enciende un debate que divide opiniones y despierta pasiones.
Para enfrentarla hay que reconocer su existencia, que en dictadura es un acto insurrecto. En un período de filtros y pantallas, donde la verdad se distorsiona, se oculta detrás de la superficialidad, pero, más allá de luces y sombras proyectadas, existe una realidad ineludible que siempre se impone. Acostumbrados a insensibilizar sentidos y refugiarnos en la comodidad de lo ilusorio; es más fácil creer promesas vacías, estadísticas manipuladas y noticias sesgadas que encarar la verdad cruda y desnuda. Sin embargo, la valentía radica en despojarse de vendas y mirar de frente por más desgarradora.
Los defensores del coraje inquebrantable, creen, que, solo afrontando la verdad sin titubeo, pecho erguido y corazón firme, podemos superarla. Para ellos, la huida, evasión o negación solo hunden en un pozo de tinieblas del que es difícil escapar. Enfrentar la verdad, sin importar cuán dolorosa, permite comprenderla, analizarla y transformarla. El valor es la fuerza que impulsa a proceder, actuar, tomar el mando del destino y luchar por un futuro superior. Sin arrojo ni arraigo, somos víctimas pasivas de las circunstancias, incapaces de cambiar el entorno o mejorar la vida.
En el otro lado, están los que abogan por la templanza y prudencia. Argumentan que la realidad, en ocasiones, es tan abrumadora que afrontarla directamente conduce al sufrimiento y desesperanza. Convencidos que la sabiduría reside en saber cuándo luchar y cuándo retirarse, en discernir entre batallas que valen la pena y las que desgastan en vano. Para estos pensadores, el carácter no siempre significa cargar de frente contra el enemigo, sino saber cuándo esquivarlo, buscar refugio o esperar el momento oportuno. La clave, radica en encontrar equilibrio entre arrojo y cordura; en saber cuándo actuar con determinación y cuándo ceder con inteligencia.
En medio de posturas antagónicas, surge una voz conciliadora, que reconoce la importancia de la valentía e ímpetu, pero también enfatiza la necesidad de cultivar la compasión y empatía. Enfrentar la realidad no significa hacerlo con dureza o crueldad, sino con sensibilidad y comprensión para navegar por las dificultades sin perder humanidad. El denuedo no reside únicamente en la fuerza física o audacia, también en la capacidad de afrontar emociones, vulnerabilidades y miedos. Se trata de valor interno, fortaleza del espíritu que permite mantener la esperanza incluso en momentos oscuros.
La pregunta de cómo se debe enfrentar, no tiene respuesta única y definitiva. Cada individuo encuentra su camino, su mesura entre osadía y prudencia, entre acción y reflexión. Lo fundamental es no rendirse ante las adversidades, no permitir que el miedo paralice y no perder la capacidad de soñar.
El comportamiento ejemplar de la ciudadanía es la derrota política, ética y moral del régimen castrista, lo sabe, lo sufre, es evidente, e irreversible. El oficialismo está vencido por el sentimiento de cambio y la esperanza que despierta María Corina Machado, quien con nobleza trabaja incansable, cede su prestigio y capital político a Edmundo González Urrutia, quien con hidalguía deberá devolverlo sin condicionamiento de los buitres oportunistas.
Provocar reflexión y debate sobre la manera en que enfrentamos la certeza. La polémica, lejos de ser un fin en sí misma, busca despertar conciencias y fomentar un diálogo constructivo en pro de un cambio positivo. La realidad, por dura que sea, siempre estará ahí. Lo que importa es cómo elegimos afrontarla: con resignación o determinación, con miedo o esperanza. La intrepidez y arresto no son garantía de éxito, pero sí herramientas indispensables para construir un camino propio, para vivir una vida plena y significativa, incluso en los momentos más desafiantes. La historia está llena de ejemplos de individuos y movimientos que, han cambiado el curso de la humanidad. Desde los derechos civiles hasta la independencia de las naciones.
En última instancia, valentía y coraje son virtudes admirables, e imperativos morales en una sociedad que aspira a ser libre. No es ausencia de miedo, sino la capacidad de actuar a pesar de él. Enfrentar la realidad es el primer paso hacia la liberación y construcción de un mundo donde la verdad y justicia prevalezcan sobre la ilusión e injusticia.
@ArmandoMartini
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