Avanza poco a poco, unos 3 milímetros cada año, pero el aumento del nivel del mar amenaza a millones de personas a medio plazo. Para intentar retrasar este avance existe una nueva línea de investigación que aboga por actuar en el Ártico y la Antártida. Las ideas van desde instalar muros submarinos alrededor de los glaciares para protegerlos del agua cálida, hasta inyectar agua fría en la base de los glaciares. Ahora, un grupo de científicos ha publicado el primer compendio técnico de propuestas de geoingeniería glacial y pide evaluarlas en una «gran iniciativa» global antes de que el planeta se quede sin margen de maniobra. En un mundo que sufre ya los efectos del calentamiento global , la geoingeniería o modificación del clima , en donde se encuentran los proyectos destinados a frenar el deshielo, está ganando popularidad. Es un tema altamente polémico . Por una parte, porque las consecuencias de estas ideas ni se conocen bien ni discriminarán fronteras. Por otra, porque si existe un «freno de emergencia» para el cambio climático, puede llevar a renunciar a la solución en origen: recortar las emisiones de gases de efecto invernadero. «Los seres humanos van a tener que lidiar 100% con el aumento del nivel del mar, la pregunta es cómo lo hacen: con geoingeniería o de alguna otra forma», explica a ABC el glaciólogo Douglas MacAyeal, de la Universidad de Chicago. Los cálculos científicos apuntan a que a lo largo de este siglo, el nivel subirá, como mínimo, 50 centímetros , que podría llegar hasta varios metros en el peor de los escenarios. Lidiar con esto, dice el investigador, significa diseñar rompeolas y diques «en miles de lugares alrededor del mundo» o aplicar geoingeniería glacial en los «limitados lugares» donde los glaciares están arrojando hielo al océano con mayor rapidez. «Me gusta decir que nunca es demasiado tarde para cualquier cosa que ayude al medio ambiente; sin embargo, dado que los glaciares son algunos de los objetos más grandes de la Tierra que se ven afectados negativamente por el cambio climático, creo que es imperativo comenzar a investigar en esta década, antes de 2030. La investigación probablemente tardará 15 años o más , por lo que habría que sostenerla», explica. El documento publicado este jueves representa los primeros esfuerzos públicos de decenas de glaciólogos para evaluar posibles intervenciones frente al aumento del nivel del mar. Es el resultado de dos conferencias recientes en la Universidad de Chicago y la Universidad de Stanford sobre geoingeniería. Según sus autores, no apoyan ni rechazan aplicar ninguna idea. Solo piden investigación. En concreto, los investigadores apuntan a que la mayor parte del hielo que afectaría al aumento del nivel del mar se concentra en unas pocas áreas del Ártico y la Antártida. Por ejemplo, para evitar la desaparición de los glaciares Thwaites y Pine Island se trabaja en la idea de impedir que el agua cálida circumpolar profunda circule bajo sus plataformas de hielo periféricas, como ocurre naturalmente. Esto podría lograrse colocando unos pequeños muros submarinos en el lecho marino frente a las plataformas de hielo para bloquear el flujo de agua profunda circumpolar y estimular que las cavidades debajo de las plataformas de hielo se llenen con el agua fría. Los científicos también piden explorar la idea de frenar las corrientes que transportan el agua de deshielo hasta el mar (la hipótesis es que reducir la cantidad de esa agua haría que la corriente de hielo se congelara y dejara de derretirse), pero también citan el uso de cortavientos superficiales para interrumpir el viento y aumentar la deposición masiva de nieve; el uso de cables y anclajes para retrasar la ruptura de las plataformas de hielo flotantes o bombear agua de mar sobre la superficie del hielo para que se congele. «Este documento técnico pretende servir como catalizador para la acción de la comunidad científica y sus líderes. Creemos que se necesita una gran iniciativa», argumentan. Aun así, reconocen que cualquier intervención de este tipo podría tener serias consecuencias, que van desde costar grandes cantidades de dinero con poco efecto hasta perturbar gravemente los ecosistemas y los medios de vida del Ártico. Por ello piden que el debate sea también social, político y ético.