Juan Carlos Ferrero apostó por un joven de 15 años llamado Carlos Alcaraz y lo ha convertido en un tenista total. Podría haberse decantado por grandes estrellas consolidadas que llamaron a su puerta para que los entrenara, pero el campeón de Roland Garros 2003, prefirió construir a una estrella desde abajo. No solo en lo físico sino, sobre todo, en lo mental. Observador preciso, pendiente siempre de su pupilo desde el palco, tiene en la cuenta de deberes afinar a Alcaraz en ese despistarse que lo llevan a casi desaparecer del partido durante más o menos tiempos. Unas desconexiones que sufre el murciano y que, advierte Ferrero, es un problema del tenis y de la sociedad. El entrenador atendió a los medios españoles desplazados a Londres antes de la semifinal de Alcaraz contra Medvedev, y a las preguntas de este medio sobre cómo se puede 'entrenar' el no desconectarse, Ferrero respondió: «Se aprende a minimizar esas desconexiones en los partidos y también fuera. La mente se entrena. Hay que pensar en las cosas que a uno le pasan, pensar un poco en las soluciones, escuchar al equipo y, a partir de ahí, intentar hacer esos pequeños cambios para que las cosas salgan mejor». ¿Es ahora más difícil enseñar 'concentración' que cuando usted jugaba? «Sin lugar a duda. Yo creo que ahora los chicos de hoy en día no se generan ningún vacío mental a lo largo del día. Están absolutamente todo el tiempo mirando la pantalla y eso les hace que no piensen en prácticamente nada en todo el día. Es complicado de llevar», analizó Ferrero antes de proseguir con una reflexión todavía más profunda: «Es duro de decir, pero yo es lo que veo. Veo a los jugadores júniors, y también a los que no son júniors, a los que son más mayores, y está todo el mundo con el teléfono en la mano hoy en día. Ojalá eso no vaya a más porque si no, al final, pareceremos zombis». Con 21 años, Alcaraz es hijo de su generación y también le cuesta soltar el teléfono, como reconoció Ferrero cuando se le preguntó por cómo llevan ese rifirrafe: «Eso me lo guardo». El tenista siempre ha confesado que le cuesta mucho soltar el teléfono, y estos días admitía que habla con frecuencia con su amigo Álvaro Morata, con quien se intercambia fotos apoyándose mutuamente, uno en la Eurocopa, otro en Wimbledon. Pero va creciendo Alcaraz, y sabe y entiende que tiene que aprender a madurar en ese sentido. Por el momento no le va mal, tres Grand Slams (US Open 2022, Wimbledon 2023 y Roland Garros 2024), y semifinalista en Wimbledon 2024, este viernes contra Daniil Medvedev . Con móvil o sin él.