Maite (48) acudió a 'First Dates' este miércoles 11 de julio con la intención de encontrar a una persona que acabara con su soledad tras más de 10 años soltera y varios amagos de relación que acabaron en chasco. Harta de desengaños con los hombres, esta cordobesa probó suerte en el restaurante de citas de Cuatro para conocer a alguien, porque para ella lo importante es el fondo. «Me puedes poner a un Brad Pitt y luego yo pienso que es un cardo borriquero. No quiero un hombre que me ponga una alfombra roja, ya me la pongo yo. Quiero alguien que comparta conmigo», aseguró en su presentación. Sin embargo, se llevó tal decepción con las intenciones de su pretendiente que decidió poner punto y final a la velada de forma abrupta y antes de tiempo. 'First Dates' l e preparó a Maite una cita a ciegas con Francisco (49), un agricultor cordobés que se tiene a sí mismo como «'apañao', bromista y alegre». «Yo por la calle no me hubiera fijado en él. Es bajito, no es mi tipo de hombre con el pelo pintado y pienso que debería ser más natural. A lo mejor con arte hablando dices 'jolines, lo vale'. Pero ni así, abre la boca y pierde todo el encanto», comentó la soltera sobre la primera impresión que le causó Francisco . Pero él le puso empeño en conquistarla a golpe de piropo y de movimiento de cadera, aceptando empezar la noche a ritmo de bachata en la barra del restaurante. Ya en la mesa hablaron de sus vidas y de sus aficiones, si bien ella tuvo claro desde el comienzo que no combinaban. Francisco , en cambio, no se rindió ni cuando Maite le confesó que no había visto nada que en él que le hubiera llamado la atención. Pero al cabo de un rato, al notarla tan firme en su decisión de darle calabazas, le propuso un acuerdo. «A lo mejor, cuando pase un rato, pues sí ves cosas de mí que te gustan. No pasa nada, luego aquí nosotros podemos decir una cosa y que luego sea otra fuera. Y quedamos bien los dos». La comensal no daba crédito y se negaba en rotundo a sumarse al engaño que le sugirió Francisco . «Al menos, de cara a la gente, decir que sí. Para que luego no te vean por la calle y te digan: 'Ah, a ti te dijeron que no'», volvió a insistir el cordobés. Fue la gota que colmó la paciencia de Maite , que se levantaba en mitad en ese mismo momento y se marchaba. «Escúchame, no me ha gustado el detalle ese que has tenido. Me tengo que ir, la verdad. Si me gusta la cita lo digo, y si no, también. A mí nadie me va a imponer decirle que sí cuando realmente, viéndolo cara a cara, no me está haciendo sentir a gusto. Se retirarme de donde no me encuentro bien. Para mí, eso es una victoria», lo abroncó antes de dejarlo plantado. Al momento, Maite se despedía decepcionada y abandonaba el restaurante con tristeza porque Francisc o le hubiera «desmoronado el castillo» de la ilusión.