No se sabe si son sus impresionantes vistas, los retorcidos troncos de sus olivos, el empedrado de sus calles , el envolvente olor de las macetas de éstas, o todo junto, pero nada más llegar al pueblo, a pie, en bicicleta o en coche, el viajero se sabe en un lugar especial. Estamos en Valldemossa , un enclave de unos 2.000 habitantes del interior de Mallorca al que hay que ir sí o sí en cualquier estación. Las guías de hoy señalan el pueblo como uno de los más instagrameables del Mediterráneo . Van tarde. Dos siglos antes de las redes sociales ya lo había advertido Jovellanos . Fue el escritor, jurista y político español quien, a principios del XIX, descubrió y contó que la isla escondía entre sus montañas un destino idílico. Poco se imaginaría el autor de obras como 'El delincuente honrado' que su destierro le convertiría en el primer influencer literario del Vall de Muza . Es el nombre del dignatario árabe al que correspondieron sus tierras en tiempos del Califato de Córdoba. «Son los textos de Jovellanos los que ponen por primera vez a Valldemossa en el mapa literario y artístico», explica la escritora mallorquina Carmen Riera . Lo hizo en su discurso de entrada a la Real Academia Española de la Lengua, en 2013, titulado 'Un lugar parecido a la felicidad', elogio con el que Jorge Luis Borges -otro enamorado de Valldemossa- se refirió a Mallorca. Riera dedicó un capítulo entero de su discurso a este pueblo. Difícil encontrar otro con tal honor. De la mano de Jovellanos y Riera recorremos hoy Valldemossa acompañando a todos los escritores que quedaron embrujados por el magnetismo de la villa. La primera parada es el Monasterio de la Cartuja. Con su torre-campanario con piel de azulejos verde esmeralda este complejo monumental, que antes que monasterio fue palacio, es visita obligatoria. Como lo fue para Jovellanos durante su primer año en la isla. Allí estuvo encerrado y allí disfrutó, como puede hacerlo hoy el viajero, de los frescos de la iglesia, pintados por el cartujo Miguel Bayeu, cuñado de Goya. Escribió sobre ellos y también sobre la historia de la santa mallorquina Catalina Thomas, la Beateta, muy venerada en la isla. Su casa natal alberga hoy una pequeña capilla. Cuatro décadas después de Jovellanos, ellos voluntariamente, llegaron a la Cartuja, reconvertida en alojamiento privado, el compositor polaco Frédéric Chopin y la escritora francesa George Sand . La pareja escandalizó al pueblo por su libertad, pero a la vez, apuntaló la fama de Valldemossa. Ambos quedaron obnubilados por la belleza del pueblo que les había recomendado un profesor de canto en París. Como si se oliera que un día la Serra de Tramuntana que lo enmarca fuera a ser declarada Patrimonio de la Humanidad -lo hizo la Unesco en 2011- Chopin contó por carta a sus amigos que Valldemossa era «el más hermoso lugar del mundo». En La Cartuja puede visitarse la celda que ocupó, la número 4, con su piano Pleyel que hizo traer a la isla -y luego vendió a una familia local-. Si Chopin 'dejó' su piano, la escritora dejó un libro: 'Un invierno en Mallorca'. Y, en él, su declaración de amor al lugar: «Esta es una de las vistas que colman, porque nada dejan que desear, nada que imaginar. Todo lo que el poeta y el pintor puedan soñar, la naturaleza lo ha creado en este sitio». En 1906 un escritor llamado José Martínez Ruiz, Azorín , llega a Mallorca para entrevistar a Antonio Maura, y en Valldemossa, donde visita a un amigo, queda embrujado por los olivos. Así lo cuenta en un artículo para ABC: «No posible imaginarse nada más extraño, más fantástico, más de pesadilla que estos troncos, son troncos violentamente retorcidos, atormentados…». El paisaje y sus árboles también fascinaron a Rubén Darío , que estuvo en Valldemossa a principios del siglo XX. En 1916 lo hizo don Miguel de Unamuno: «Valldemossa es el más célebre que, como paisaje y lugar de retiro y de goce apacible de la naturaleza tiene Mallorca», diría. Tres años después, Borges pisó el pueblo y también se rindió a sus encantos. Quizá esta ristra de escritores enamorados de un lugar tenga algo que ver con que National Geographic haya señalado este 2024 a Valldemossa como uno de los pueblos más bonitos del mundo. El galardón internacional no agota el flujo literario del lugar. Este mes de junio publica libro sobre el enclave el escritor mallorquín José Carlos Llop: 'Si una mañana de verano, un viajero', (Alfaguara).