La decimoprimera etapa del Tour se esperaba con ansia, muy bien recibida la llegada del macizo central a la prueba gala tras varias jornadas de bellos y llanos paisajes rurales. El espectáculo fue apoteósico, pues quiso el líder Pogacar reventar a sus perseguidores pero, por sorpresa, fue el esloveno el que acabó con el miedo en el cuerpo. Su ataque revivió al danés Vingegaard , que tras muchas jornadas de cautela hizo relucir su condición de campeón. Cazó al balcánico en una escalada para el recuerdo y, tras varios kilómetros de igualdad, firmó una victoria para legendaria, solo por unos centímetros de ventaja y en un esprint que se hizo eterno. Nadie dudaba de que Pogacar atacaría y solo faltaba saber el cuándo. Esperó el prodigio esloveno a que faltasen 32 kilómetros para desplegar las alas, majestuosas y augurio de calamidad para sus rivales. Su destrucción fue total, todos esperaban su fugaz movimiento pero nadie pudo seguirlo. Fue un recital que le permitió aumentar su ventaja hasta los 33 segundos. Evenepoel confirmó que en escalada sufre y se esfumó en el inclinado recorrido. Vingegaard fue atrapado por Roglic y todo hacía indicar que el balcánico marcaría un antes y un después en este Tour. Pero el danés, tras muchas jornadas de indecisión y prudencia, puso el turbo. No estaba en mala forma como se auguraba, esperaba Vingegaard al momento exacto para golpear, como el más letal de los depredadores. Dejó clavado a Roglic y Pogacar comenzó a sentir cómo una oscura presencia le cazaba. Es muy difícil ver al ciclista de UAE nervioso. No paraba de mirar hacia tras en las infinitas subidas del macizo central galo. Vingegaard ya estaba a su lado. Comenzó el duelo que fue prometido, el de dos colosos que se han repartido los últimos cuatro triunfos en la gran prueba del ciclismo. La victoria moral era de Vingegaard , pues no solo había neutralizado la estrategia de su archienemigo, sino que le había metido el miedo en el cuerpo. Los puertos se sucedían y el nórdico se encontraba cada vez mejor. Roglic quiso vencer al esprint, pero Vingegaard, ahora sí, era inevitable. La victoria del danés reinventa el Tour 2024.