SANCTI SPÍRITUS. — Todavía a Ángela Beatriz Bandomo Mesa se le posa el susto en el rostro. Le sucede cuando rememora con exactitud cada segundo lo vivido durante el traslado de un recién nacido grave desde la comunidad rural de Banao hasta el servicio provincial de Neonatología de este territorio.
Ha sido una de sus experiencias más complejas como residente de segundo año de esa especialidad.
«Fue muy trabajoso y cuando llegamos aquí todo el colectivo estuvo pendiente de ese caso hasta que logramos estabilizarlo. Ese amor, entrega, sacrificio por salvar una vida siempre es así en nuestro servicio», relata la joven.
Soñó con ser especialista en Neonatología. A la vuelta de unos cuantos meses, en que las guardias, los llantos de los bebés y el estudio constante son sus rutinas, asegura no haberse equivocado.
«No hay nada más lindo que ver nacer a un ser humano. Formar parte del servicio provincial de Neonatología, ubicado en el hospital Camilo Cienfuegos, de Sancti Spíritus, me ha permitido crecer, porque he aprendido que la dedicación no tiene límites y hay que cumplir con exigencia lo que los pequeños demandan».
Ambas enseñanzas son las claves, de acuerdo con cada una de las entrevistas realizadas por JR allí, para que el servicio de Neonatología, de Sancti Spíritus, se mantenga a la vanguardia, desde hace años, a nivel de país. Para confirmarlo basta caminar por el estrecho y pulcro pasillo rodeado de cubículos con incubadoras, madres con sus vástagos sobre los pechos, un laboratorio clínico, bancos de leche humana y artificial y otros locales necesarios para el funcionamiento de una sala hospitalaria.
«No creo que hagamos nada extraordinario, solo que vivimos para que ellos salgan de alta con salud», define a prisa Yanet Alfonso Rodríguez, jefa de enfermería del servicio.
Es que no tiene mucho tiempo. Su estancia en el servicio transcurre en la organización y supervisión de los profesionales, quienes no pegan ojo delante de las incubadoras, donde se protege una vida en miniatura.
«Tenemos una plantilla aprobada de 88 enfermeras y solo contamos con 50. Por ello, adoptamos medidas. Por ejemplo, muchas veces tienen que venir a apoyar en sus días francos porque hay ocasiones en que la morbilidad es muy alta y aquí cada niño tiene que tener su enfermera».
Similar ocurre con el número de especialistas. De 27 en plantilla solo hay 19, entre quienes se registran 10 residentes.
«Este servicio jamás está vacío —aclara Yanisleidy Rodríguez Meneses, especialista en primer grado en Neonatología—. Asistimos a niños nacidos o no en el hospital provincial. Contamos con un servicio cerrado y uno abierto, donde atendemos al neonato que ya de alta presenta
alguna morbilidad. Además, hay servicio en Trinidad y Yaguajay».
Esta hija del municipio espirituano de La Sierpe optó por la especialidad mediante la modalidad de vertical cuando cursaba el sexto año de la carrera de Medicina. Cada día de estancia en el servicio le confirma no haber errado en su decisión.
«El recién nacido lo dice todo, aunque no hable. Desde que tiene un deterioro te das cuenta, además de que mantenemos constante comunicación con sus familiares. Siempre el momento de recibir a un paciente crítico es muy tenso. Ahí los pies los tenemos que poner muy firmes porque un segundo cuenta.
Prefiero estar en esta sala más que pasar visita por las convencionales, donde está el recién nacido sano. Cuando se pone tenso el ambiente sabes que tienes que darlo todo por esa vida».
Y no olvida de entre las tantas primeras impresiones a su llegada con olor a aula que cuando un paciente lo requiere se activa el resto del colectivo, aunque le corresponda descansar tras salir de guardia.
«Si un neonato presenta un estado crítico, junto a las especialistas, residentes y enfermeras se une la jefa del servicio y cualquiera de los profes. Eso ha sido fundamental no solo para nuestros resultados en colectivo, sino para los aprendizajes de quienes comenzamos. La exigencia nos ha formado. Llevas pocos meses como residente y ya te ponen a hacer procederes complejos para liberar la batalla por la vida que exige ese paciente.
«Nuestro servicio es muy íntegro. Tenemos la cardióloga aquí y de necesitar a otro especialista no hay horarios para que llegue con el primer llamado».
Aunque es más que conocido que el sector de la salud se resiente fuertemente con las huellas del bloqueo económico, financiero y comercial del Gobierno estadounidense contra Cuba, la Neonatología lo sufre a cada segundo. Incubadoras y ventiladores que funcionan gracias al ingenio de técnicos e
ingenieros, ausencia de medicamentos y de fortificadores de leche materna son algunos de los ejemplos que no dejan margen a las dudas.
«Pero no nos ponemos de rodilla —alega Yanet Alfonso Rodríguez, quien luce con orgullo su cofia—. Buscamos alternativas y los superiores están aquí para encontrar lo que haga falta dentro o fuera del país incluso. La Neonatología es un servicio priorizado y lo poquito que hay siempre toca a este pedacito. Ese esfuerzo ha sido esencial para que tengamos resultados sostenidos en una mortalidad infantil baja. Desde esta sala trabajamos constantemente para incidir en ello».
Y aunque no lo expresan con palabras, lo mejor de cada jornada en el servicio provincial de Neonatología de Sancti Spíritus es encontrar el agradecimiento y las sonrisas de los familiares al conocer que le devolvieron la salud a su pequeño. No en vano muchas miradas de quienes cruzan el pulcro pasillo se refugian en el collage de fotos que cuelga de una pared, en el que se aprecian muchas sonrisas de quienes libraron allí sus primeras grandes batallas.
Sancti Spíritus mantiene una de las tasas de mortalidad infantil más baja del país. De acuerdo con las declaraciones a la prensa de la Dirección Provincial de Salud, esto ha sido posible gracias al trabajo intersectorial, así como a los cuidados en la atención secundaria, fundamentalmente en los servicios de Perinatología del hospital general provincial Camilo Cienfuegos y las terapias neonatal y pediátrica.
Entre los indicadores en este tema se reconoce que hasta el cierre de esta publicación no se registraban muertes maternas ni de menores de un año en las serranías espirituanas, indicadores que validan los positivos resultados del Programa Materno-Infantil en el territorio de enero a la fecha.