Si Joe Biden tuviera el punto de lucidez que casi todo el mundo le niega renunciaría a su carrera política no sólo para preservar al país de las consecuencias indeseables de tener un presidente senil, sino para poner a buen recaudo el buen nombre de su esposa. Ella ostenta el récord de haber sido la primera dama en compaginar la actividad como consorte de un presidente norteamericano con un trabajo remunerado en la sociedad civil. A diferencia de sus predecesoras entró en la Casa Blanca de puntillas y mantuvo una actitud reservada y discreta, alejada de la tentación de influir en los asuntos de alta política que se dirimían en el despacho oval. Se ganó la reputación de saber estar...
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