La Conferencia Episcopal, en asamblea extraordinaria, ha aprobado su Plan de Reparación a Víctimas de Abusos, una iniciativa con la que intentará paliar y compensar el daño causado cuando se hayan agotado las vías jurídicas, civiles, penales o canónicas y los recursos de reparación civil de las víctimas. La Iglesia asume, así, su responsabilidad debida y prolonga su compromiso con las personas que sufrieron este tipo de agresiones. Los abusos cometidos en contextos eclesiásticos suponen una proporción mínima sobre el total, pero la Iglesia es una institución sobre la que descansa una especial confianza social y es justo que sus estándares de exigencia sean mayores. No se entienden, por tanto, las palabras del ministro Bolaños, quien intentó desacreditar este plan apelando a su unilateralidad. Sin embargo, es esa unilateralidad y la condición supererogatoria de la iniciativa lo que demuestra el liderazgo moral y espiritual de la Iglesia ante una circunstancia de la que debe hacerse responsable