Los líderes de la OTAN celebran a partir de este martes el aniversario de la Alianza Atlántica en el Auditorio Andrew W. Mellon de Washington, la ciudad y el escenario que la vio nacer hace 75 años. Aquel día de abril de 1949 presidían la sala principal del complejo las banderas de Bélgica, Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, Francia, Islandia, Italia, Luxemburgo, Noruega, Países Bajos, Portugal y Reino Unido, fundadores del club.
Hoy, en los aledaños del edificio, ondean las enseñas de los 32 países que defienden sus fronteras, incluidas las de Suecia y Finlandia, últimas incorporaciones a una organización militar que atraviesa una de sus horas más críticas. La invasión rusa de Ucrania y el probable regreso de Donald Trump a la Casa Blanca tras las elecciones presidenciales del 5 de noviembre en Estados Unidos marcarán la agenda de la Alianza, que busca blindar su propia supervivencia. Estas serán las claves de los próximos tres días en Washington.
Quizá el objetivo más importante de la cumbre sea enviar una señal de unidad y fortaleza a Moscú. El presidente ruso Vladimir Putin cuenta con que los esfuerzos de la OTAN para contrarrestar su agresión disminuyan en los próximos meses, lo que podría permitirle conquistar una parte mucho mayor de Ucrania. Por eso, un tema central de la cumbre será demostrar no sólo un compromiso a largo plazo con Kyiv, sino también la resistencia de la propia Alianza.
El secretario de Estado de EE UU, Antony Blinken, declaró la semana pasada que el «principal objetivo» de la cumbre sería demostrar la importancia del gasto en la defensa colectiva de Europa. Según sus palabras, los acuerdos de seguridad alcanzados recientemente entre docenas de miembros de la OTAN y Ucrania ayudarían a «decirle a Vladimir Putin que no puede esperar más que Ucrania, no puede esperar más que todos los socios de Ucrania». Sin embargo, los líderes de la OTAN se mantienen cautos sobre la cuestión de conceder a Kyiv el ingreso en la alianza, una promesa que se formuló por primera vez en 2008. La mayoría de los Estados miembros lo consideran imposible mientras la guerra siga en curso.
Es probable que Putin responda o reproduzca su mensaje del lunes, cuando su Ejército atacó con misiles varios objetivos en Ucrania, entre ellos un hospital infantil en Kyiv. «Altos funcionarios de la Administración Biden temen que el presidente ruso Vladimir Putin les tenga reservadas más sorpresas en relación con Ucrania, programadas para perturbar y eclipsar la cumbre del 75 aniversario de la OTAN en Washington», escribió en junio Frederick Kempe, presidente del Atlantic Council.
Las dudas sobre la continuidad de Joe Biden en la carrera presidencial también eclipsarán la Cumbre. Tras el primer debate electoral, la probabilidad de que Trump vuelva a la Casa Blanca ha aumentado de forma significativa. Y eso, para la OTAN, es un problema. El republicano ha declarado que la Alianza está «obsoleta» y ha amenazado con abandonarla, aunque algunos diplomáticos europeos creen que no cumplirá sus amenazas si resulta elegido.
Trump lleva mucho tiempo quejándose de que los miembros de la OTAN no gastan lo suficiente en su defensa colectiva, razón por la cual la alianza ha aumentado el gasto de sus miembros en los últimos años. Y también ha prometido que, si gana en noviembre, negociará una paz rápida entre Rusia y Ucrania, aunque ha ofrecido pocos detalles de su plan. Sin embargo, el centro de atención de la cumbre recaerá en Biden, que será sometido a un minucioso escrutinio para detectar cualquier nuevo indicio de que su salud o su agudeza mental puedan estar flaqueando.