No hay manera de descubrir en los sanfermines las calles desiertas. Ya a las seis y media de la mañana en los aledaños de la plaza conviven los que trasnochan, los que vuelven o mejor dicho, no vuelven, tan solo siguen y los que vienen de casa, con el madrugón a cuestas y el sueño pegado a las pestañas, pero con el nerviosismo que despierta un encierro incluso cuando ni de lejos lo vas a correr. La incertidumbre tiene eso.
Hay calles y calles. Eso está claro. Y caras y caras. El miedo nos divide. Como el valor. Ocurre en la vida en general. En las caras de los corredores no hay sueño, aunque no hayan pegado ojo. Es otra cosa. Por eso según avanzas las calles sabes quién es quién y a qué ha venido. Está claro. Y cuando te alejas del recorrido y entras en la plaza. Son dos universos.
Primero porque la gran sorpresa es que está llena a pesar de ser las siete de la mañana y segundo porque el ambiente vuelve a ser festivo. Dos mundos. Pamplona se encarga de que así sea la espera. Divertida. Festiva. Bailable. Y musical. ¿O es que acaso no estamos en San Fermín? ¡Que no pare! El momento estrella son los besos mañaneros para no olvidarnos que el amor sigue moviendo el mundo.
Entonces el reloj apremia y sabemos que la cuenta atrás es un hecho y que a la vuelta de esta realidad, hay otra. Que los toros de Victoriano del Río aguardan. Como el día anterior lo hicieron los de Cebada Gago en los Corrales de Santo Domingo. Conectamos para el Cántico, que es de los corredores y también de los que estamos en la plaza. Y entonces resulta que al tercero ya no hay nada que hacer porque hay tiempos y espacios que acaban por encontrarse en un mismo escenario que es la plaza.
Los corredores que entran al ruedo progresivamente y la velocidad de estos nos van anunciando lo que está por llegar y el ruido, el sonido, mientras las pantallas nos da la imagen que nos unifica a todos y el boom final es ver a los toros entrando en el ruedo. Todo ocurre tan rápido, que es difícil adivinar qué ha ocurrido en realidad. Son emociones. Mientras la fiesta sigue. Y la personalidad de los navarros que sueltan las vacas a su manera. Poniéndose en la puerta de toriles haciendo una montonera, por ejemplo.
El primer parte hablaba de seis solicitudes de traslado al Hospital Universitario de Navarra por varias contusiones. No se produjeron heridos por asta.
Los mismos toros ya esperan para ser sorteados y lidiados esta tarde por Sebastián Castella, Emilio de Justo y Ginés Marín.