Allan Calderón Ramírez y Ailyn Umaña Tames denunciaron al Hospital Max Peralta de Cartago ante el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) por supuesta mala praxis en la atención del nacimiento de su segunda hija, Alanna Nicole, quien falleció la noche del miércoles 3 de julio luego del parto.
La pareja alega maltrato y violencia obstétrica durante la atención del parto; en particular por parte de un médico ginecoobstetra a quien calificaron de “imprudente” por no seguir las recomendaciones de atender oportunamente el parto y retrasar durante horas el nacimiento.
Krissia Díaz, directora del Hospital Max Peralta, confirmó a La Nación que el OIJ secuestró el expediente del caso la semana anterior.
“Al ser un caso médico-legal y estar en manos de la Fiscalía nosotros nos ponemos a las órdenes para cualquier información que requieran. A lo interno del centro se realizan las investigaciones correspondientes”, informó Díaz.
La familia es vecina de la urbanización Manuel de Jesús Jiménez, en Cartago. Alanna Nicole era su segunda hija, pues ya tenían otra pequeña de siete años. Los Calderón Umaña relataron a La Nación que el embarazo transcurrió con normalidad, y contaban los días para la llegada de la pequeña con ilusión y felicidad.
“Mi esposa llevó un embarazo sano y sin complicación alguna. Hasta ese día, el miércoles 3 de julio. Con 39 semanas y dos días de gestación le tocaba una cita de control en el Hospital Max Peralta, a las 8:15 a. m..
“Al momento de la cita, la ginecoobstetra que llevó el control del embarazo nos indica que la bebé estaba lista para nacer. Se da cuenta que la bebé tenía poco líquido amniótico. También le preocupaba la frecuencia cardíaca de la bebé ya que tenía poco espacio (la niña pesó 3,9 kg y midió 51cm )”, relató Allan Calderón.
A partir de estas observaciones, la especialista procedió a internar a Ailyn Umaña con el fin de realizar una prueba para ver la reacción cardíaca de la criatura con las contracciones. Fue aquí cuando la pareja escuchó que Alanna probablemente nacería por cesárea.
A partir de entonces, Calderón relata una seguidilla de malas atenciones durante más de 12 horas desde las 9:17 a.m., cuando le inducen a Umaña las contracciones para monitorear el corazón de la bebé.
Cuando el enfermero obstetra llamó al médico de turno, le explicó la situación. Sin embargo, según Calderón, el doctor mostró poco interés en el caso.
“Simplemente dijo ‘no requiere’, ‘no califica’ (para cesárea) y le insistió a la mamá que respirara bien y no pujara, ya que no estaba lista. Ailyn tenía 5 cm de dilatación. Esta situación se mantuvo hasta las 7:30 p. m., aproximadamente. La bebé seguía con taquicardia y la mamá con fatiga y dolor.
“Como papá, empecé a dudar de muchas cosas que estaba viendo. De repente, las enfermeras corren a ponerle oxígeno a la mamá. El enfermero obstetra, un poco más atento pero siempre sin hacer nada, vuelve a llamar al doctor de turno”, cuenta Calderón.
El médico, denuncia el padre, sigue sin reaccionar y le hace por única vez en siete horas el tacto. Es cuando Ailyn le suplica que la ayude, pero el médico le contesta: “¿Usted piensa que esto es tan fácil? ¿Que solo porque usted me lo pida se va hacer? Esto no funciona así: usted ya parió, ya sabe parir, la tiene que parir”, denuncia Calderón en su relato.
En algún momento, Calderón pensó en sacar a su esposa del hospital y llevarla a un centro privado, pero eran muchos los trámites y su esposa no estaba en condición de salir así.
Al ser las 10:30 p.m., relata Calderón, la bebé estaba lista para nacer. Vuelven a llamar al doctor de turno.
“Mientras se realizaban las maniobras de lo que creíamos sería un parto exitoso, notamos que estaba costando mucho que naciera la bebé. La mamá exhausta diciendo que no podía más y yo al lado de ella tratando de darle fuerza. Finalmente, al ser las 10:45 p. m. nació nuestra princesa hermosa y perfecta.
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“La enfermera obstetra la recibe pero veo que no hay llanto y la bebé no reacciona. Se la lleva a otra mesa cerca y empiezan a realizarle maniobras, a llamar a pediatras y especialistas. De pronto, había 10 personas alrededor de la bebé.
“Yo seguía acompañando a la mamá en la camilla ya que la dejaron sin terminar, tirada, como si fuera una basura. Ella constantemente me decía que no escuchaba llorar a la bebé”, describe el padre.
Cuando Calderón le pregunta a una de las enfermeras si todo está bien, esta le responde con un gesto de cabeza indicando que no. Para entonces, el doctor de turno había desaparecido del salón, sin dar explicaciones a la pareja sobre lo que había sucedido.
“Queremos alzar la voz y que esto llegue a las autoridades pertinentes para que el caso no quede así y evitar que esto le pase a otras personas. Este momento no se lo deseamos a nadie”, comenta Calderón, quien puso la denuncia el 5 de julio. Un día después, la pareja enterró a Alanna Nicole.