Un egresado de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) y una universidad privada decidió hacer una comparación reveladora de su experiencia educativa. Según el joven, la diferencia entre ambas instituciones fue abismal, y la realidad de los estudiantes en la Decana de América fue especialmente dura.
Según reveló el peruano, en San Marcos, la puntualidad de los profesores fue una rareza. En solo un curso, el maestro asistió puntualmente a las clases. En los demás, los docentes solo avisaban ocasionalmente si no iban a llegar, o simplemente no aparecían y dejaban a los estudiantes sin guía por semanas hasta encontrar un suplente. Este caos se extendía también al momento de la evaluación. Muchos catedráticos no seguían una rúbrica clara, lo que resultaba en una enseñanza desorganizada y carente de estructura.
El relato del egresado destaca cómo muchos pedagogos de la UNMSM se presentaban en la primera clase, explicaban brevemente lo que se debía aprender durante el curso y luego dejaban que los estudiantes se las arreglaran solos. Un ejemplo claro fue el curso de programación, donde el profesor no explicó conceptos básicos como las estructuras condicionales (IF) y repetitivas (FOR). Sin embargo, en los exámenes parciales se les pedía resolver problemas complejos como invertir un árbol binario o una lista doblemente enlazada.
En otros cursos, como matemática, la situación no fue diferente. A pesar de enseñar derivadas, los exámenes incluían ecuaciones diferenciales de segundo orden. Esta brecha entre lo enseñado y lo evaluado obligaba a los estudiantes a ser extremadamente sacrificados. Los alumnos de San Marcos tenían que aprender por su cuenta, investigar, preguntar a compañeros de ciclos superiores y resolver exámenes pasados para poder entender los temas. La biblioteca se convirtió en su mejor aliada y superó en utilidad a las clases impartidas por los profesores.
Al comenzar sus estudios en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC), el egresado notó una diferencia notable. En la UPC, los profesores asistían a clase regularmente y eran los alumnos quienes a veces faltaban. Los docentes explicaban los temas de manera clara y detallada, a la vez, que utilizaban ejemplos simples y didácticos. Para los trabajos finales, los estudiantes debían aplicar lo aprendido en clase y añadir algo de su propia investigación, pero siempre con una base sólida proporcionada por los profesores.
Los profesores de la UPC se dedicaban a asegurarse de que los alumnos comprendieran los conceptos. Por ejemplo, en programación, explicaban cómo funcionaban las estructuras de datos como los árboles y las listas, y detallaban los algoritmos con claridad. Esta metodología facilitaba enormemente el proceso de aprendizaje y hacía que los estudiantes se sintieran más preparados y seguros, señaló el joven.
Aunque el egresado reconoce que en San Marcos existen buenos profesores, estos no eran la norma durante su tiempo de estudio en 2015. La experiencia en la UNMSM fue un constante desafío, donde los estudiantes tenían que ser resilientes y autodidactas. La educación se volvía una prueba de supervivencia académica, con alumnos que, aunque capaces de resolver problemas complejos, debían hacerlo a costa de mucho esfuerzo y sacrificio personal.
El egresado concluye que mientras en la UPC los profesores enseñaban activamente a sus alumnos, en San Marcos muchos docentes dejaban la responsabilidad del aprendizaje completamente en manos de los estudiantes. En la UPC, un profesor podía enseñar Python en un salón de clase y resolver todas las dudas de los alumnos, mientras que en San Marcos, el profesor simplemente sugería aprender Python por cuenta propia usando Google.
Finalmente, el egresado reflexiona sobre el alumno promedio de San Marcos, y destaca que aunque hay estudiantes extremadamente capaces, la mayoría enfrenta grandes dificultades. Resolver problemas complejos se convierte en una tarea titánica sin la guía adecuada de los profesores. Esta historia de contrastes revela las desigualdades en la educación universitaria en Perú y subraya la importancia de un compromiso real por parte de los docentes para el éxito de sus estudiantes.
