¿Cómo se logró el milagro? Es la pregunta que cabe formularse si nos atenemos a los resultados de la primera vuelta y a las predicciones de los observadores. Todo parecía estar consumado. El triunfo de Marine Le Pen y su partido, Agrupación Nacional, se daba como un hecho en esta segunda vuelta, realizada ayer en Francia.
Sin embargo, el formado Nuevo Frente Popular, bloque republicano nacido de la necesidad de detener al fascismo, como aseguraron sus promotores, se hizo de la mayoría parlamentaria y dejó en tercer lugar al movimiento de Le Pen.
¿Hay alguna explicación que se pueda ensayar en relación con esta derrota impensable? Mario Riorda, experto en comunicación política, afirma que los franceses apelaron a enfrentar el peligro con más democracia. Líderes de opinión que salieron al frente fijando su posición contra la ultraderecha, récord de participación el día de la votación y un gran debate público sobre los peligros que se ciernen sobre la sociedad francesa. Esta ha sido la fórmula.
Hay que agregar que para alcanzar el resultado de ayer, candidatos de organizaciones aliadas o cercanas del Nuevo Frente Popular renunciaron a sus opciones para asegurar la existencia de un solo liderazgo y concentrar allí los votos. El peligro no está del todo conjurado. Se trata de una mayoría simple que para consolidarse requerirá de negociación y acuerdos. Esa es, por lo pronto, la primera señal dada por el líder del bloque Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, quien ha planteado la participación en el Gobierno, en el discurso tras conocerse los resultados. También el reconocimiento del Estado palestino, como una demostración de la nueva era que se inicia.
Tomará tiempo la nueva configuración del Gobierno. Por lo pronto, Francia amanece más progresista, verde y feminista que ayer. Y sigue resonando en sus calles la consigna: ¡No pasarán!
