La Organización Española para el Libro Infantil y Juvenil (OEPLI) ha anunciado recientemente los ganadores de los Premios Lazarillo 2023, los galardones más prestigiosos e independientes de la literatura e ilustración infantil y juvenil en las lenguas de España. El Premio Lazarillo 2023 en la modalidad de Creación Literaria ha sido otorgado este año a Francisco Díaz Valladares por su obra «La hija del esquimal» , presentada con el lema «Haz de tu vida un sueño y de tu sueño una realidad». Durante la ceremonia de entrega, que contó con la participación y patrocinio de McDonald's España , se dio a conocer que el jurado resaltó de este autor la contención narrativa, la labor de investigación y el ritmo fresco y fluido de su novela de aventuras de tal manera que recuerda a los clásicos juveniles, con una protagonista empoderada. Se trata de una historia de clásicos juveniles, ¿vuelven los clásicos? Podemos decir, sin duda, que es una novela de acción, de aventuras, de intriga, de amor entre adolescentes… y en este sentido se parece mucho a los clásicos que leía de joven y que aún sigo leyendo (Julio Verne, Stevenson, Mark Twain). Aunque en mi caso la acción supera, como en los clásico a las descripciones. Una pena que no se lean hoy. ¿A qué perfil de lectores va dirigido y qué les ofrece? Mi intención es atrapar al lector, crear lectores, conseguir que levanten de vez en cuando la cabeza del móvil y que se acuerden que hay una aventura con Taupek, con Linduk, con Steve, esperándoles. Crear intriga y plantear interrogantes para que les apetezca seguir leyendo. No hay que olvidar que los autores de novelas juveniles tenemos competidores muy fuertes: el móvil, la tableta, el ordenador, la tele… y aunque no podremos ganarles la batalla a estos aparatos diabólicos, al menos hay que plantarles cara. En ese sentido asumimos una gran responsabilidad, pues en nuestras manos están los lectores del futuro. Si conseguimos crearles el hábito de la lectura (cuando uno se engancha a ella ya no la deja), habremos conseguido nuestro objetivo. Cuando escribe para un público infantil o juvenil, ¿cómo decide qué historias pueden interesarles? No busco las historias, en el fondo creo que las historias me buscan a mí. Normalmente leo bastante. Y conforme leo, me surgen ideas que anoto en un papel o la grabo en el móvil o, incluso, en las páginas del libro que leo. Por eso siempre digo que soy más escritor por lo que leo que por lo que escribo. Como dice Pérez Reverte, «Los escritores somos lectores que escribimos». Cuando aparece una idea que me parece interesante o mejor dicho, que creo que le podría parecer interesante a mis lectores, enseguida me pongo a documentarme leyendo todo lo que me encuentro por ahí referido al tema; viendo documentales, películas… Hay un momento en que la información es tal, que se pone en marcha un mecanismo en mi cerebro y me pide empezar a escribir. Luego me dejo llevar y son los protagonista y la propia historia los que me arrastran. El primer síntoma para saber que le va a interesar al lector es que me interese a mí. Quiero decir que si mientras escribo lloro, me río, lo paso bien, o mal, a la par que los protagonista, es señal inequívoca de que la novela funcionará. ¿Son lectores muy exigentes? Parece mentira, pero el lector de ahora, con ciertas matizaciones, claro, es el lector de siempre. En cuanto rascamos un poco en el adolescente de ahora, aparece el adolescente de toda la vida. Tal vez la diferencia es que ahora casi le han obligado a pisar el acelerador y a saltarse algunas etapas y eso, creo, no es bueno. ¿Exigentes? Para nada. Son eso, adolescentes con ganas de vivir, de descubrir mundos, de que le planteen nuevas perspectivas. Lo que más me sorprende de ellos es que descubren detalles en mis novelas que yo ni siquiera sabía que estaban allí, porque como dijo alguien, no es solo lo que tú sacas de la lectura, sino lo que la lectura saca de ti. ¿De qué manera ha adaptado sus escritos a la evolución y nuevas formas de vivir de este sector de población? No he hecho nada en ese sentido. Mis novelas casi todas giran en torno a lo que creo le puede interesar al lector y no sigo ninguna pauta relacionada con las nuevas formas de vivir. Hay autores que lo hacen, y les alabo el gusto, sin embrago, a la hora de escribir me ciño a lo que a mí me hacía feliz cuando leía de joven. Soy aventurero y he recorrido una buena parte de mundo porque las lecturas en mi juventud me hacían soñar con otros lugares, con navegar en barcos piratas, con pilotar aviones… Y eso es lo que pretendo transmitir: vida. Después, en los encuentros que mantengo con los lectores en los institutos, por casi toda España, aprendo muchísimo. Casi siempre me dan pistas de lo que les gusta y lo que no. Desde luego nunca hacen asco a las aventuras y a la lectura que, de alguna forma, les identifique con la-el protagonista. ¿Qué ha supuesto este premio en su carrera? El Premio Lazarillo es el más preciado por los que nos dedicamos a la escritura juvenil, así que ha sido una sorpresa y un incentivo más. Si este premio, además, sirve para que haya más lectores, estupendo. El verdadero premio de un autor es ver a los alumnos de una clase con tu libro en la mano, atender a las mil preguntas sobre el texto, las críticas… Cuando se crea esta empatía entre el autor, el libro y el lector, sabes que la cosa funciona y que merece la pena lo que estás haciendo. Por eso también es importante que las empresas apoyen este tipo de iniciativas. McDonald's lo lleva haciendo con los Premios Lazarillo desde 2019 y se preocupa de fomentar la lectura infantil con el proyecto Happy Readers, que ofrece la posibilidad de elegir un libro en lugar de un juguete con su menú y ya han entregado más de 9 millones de ejemplares. Son acciones que ayudan a concienciar y motivan para seguir llevando la literatura a más niños y jóvenes.