Si esta región hubiese perdurado, contaría con vastas reservas petroleras, un canal interoceánico y una población estimada de 100 millones de habitantes, por lo que su impacto económico y geopolítico habría sido significativo.
En la primera mitad del siglo XIX, América Latina se encontraba en medio de un proceso de independencia y transformación. Las luchas contra el dominio español dieron lugar a nuevos estados, y en este contexto surgió una idea revolucionaria: crear una gran república que uniera varios territorios liberados. Este proyecto ambicioso tenía como objetivo principal consolidar la independencia y fortalecer la región ante las amenazas externas.
El sueño de unificar estas regiones se basaba en la libertad política y también en la visión de un desarrollo económico y social conjunto. Sin embargo, la realidad política y las dificultades económicas presentaron retos significativos para este ideal de unidad.
La Gran Colombia se estableció oficialmente el 17 de diciembre de 1819 durante el Congreso de Angostura, gracias al liderazgo de Simón Bolívar. Con una extensión de 2,5 millones de kilómetros cuadrados, este estado naciente pretendía ser una potencia emergente en el hemisferio occidental. Si existiera hoy, la Gran Colombia sería el décimo país más grande del mundo por superficie, comparable en tamaño a Argentina.
Simón Bolívar, conocido como 'el Libertador', fue el principal arquitecto de esta unión. Su visión iba más allá de la mera independencia; buscaba crear un estado fuerte y unido que pudiera resistir las amenazas externas y promover la prosperidad interna. La constitución de la Gran Colombia, aprobada en el Congreso de Cúcuta en 1821, estableció un gobierno centralizado con Bolívar como presidente y Francisco de Paula Santander como vicepresidente, sentando las bases para la organización política del nuevo estado.
A pesar de las grandes esperanzas, esta región enfrentó múltiples desafíos que llevaron a su disolución. Los problemas económicos fueron una constante. La guerra de independencia dejó devastadas muchas fuentes de riqueza, como minas y haciendas, y la región quedó desconectada del comercio internacional. Además, las tensiones políticas y regionales se intensificaron. Los territorios dentro de la Gran Colombia tenían diferentes intereses y niveles de influencia, lo que generó rivalidades internas.
Las disputas entre centralistas, liderados por Bolívar, y federalistas, encabezados por Santander y otros líderes locales, exacerbaron estas divisiones. En un intento de mantener la unidad, Bolívar se proclamó dictador en 1828, pero esta medida solo profundizó los conflictos. En 1830, la Gran Colombia se fragmentó en tres estados soberanos: Venezuela, Ecuador y la Nueva Granada, que más tarde se convertiría en Colombia. Panamá se separó de Colombia en 1903.
Si la Gran Colombia hubiera sobrevivido, hoy en día sería una nación influyente y poderosa en América Latina. Con vastas reservas petroleras, un canal interoceánico y una población estimada de 100 millones de habitantes, su impacto económico y geopolítico sería significativo. Su territorio abarcaría desde el Caribe hasta el Pacífico, ofreciendo una posición estratégica en el comercio global.
Además, su influencia política habría sido considerable, con una economía robusta basada en recursos naturales y una población diversa y educada.
