No hay que haber vivido a mediados del siglo pasado en la racista Alabama para saber que, de vez en cuando, una mujer negra, humilde, es capaz de negarse a abandonar su asiento en el autobús y cederlo a otro ejemplar de la misma especie, que se cree superior por tener blanco el color de la piel. A lo largo de nuestra vida, no es que no nos lleguen noticias sobre gestos de dignidad, sino que suceden a nuestro lado, en la empresa en la que trabajamos, en el entorno en el que vivimos, o en nuestra propia familia . Y esos gestos de dignidad, ese orgullo de no permitir el pisoteo de la honorabilidad por parte de un autoritario,...
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