Lewis lloró en el coche, lloró en el hombro de su famoso padre, lloró en brazos de su madre y lloró ante el micrófono de las entrevistas. Es casi un cuarentón (39 años) y ha ganado siete títulos mundiales de Fórmula 1 , pero jamás se le había visto tan emocionado. No es para menos. Cruzó la meta del GP de Gran Bretaña y explotó. Porque no probaba ese dulce sabor desde 2021 y porque sabía que acababa de firmar una portentosa actuación en su tierra y ante los suyos. Hamilton se creció en un escenario muy complicado, marcado por la cambiante meteorología, y fue capaz de batir a los McLaren y de aguantar el desaforado ataque del tiburón Verstappen en las últimas vueltas. Los españoles cumplieron. Carlos Sainz acabó quinto. Ferrari despreció al madrileño no renovándole el contrato, pero este es profesional antes que rencoroso y sigue regalándole a la Scuderia actuaciones muy aseadas. Por su parte, Fernando Alonso , con el espeso Aston Martin , navegó en las aguas donde mejor lo sabe hacer, y terminó sumando los cuatro sabrosos puntos que dan la octava plaza final. Si había dudas, la inestabilidad atmosférica de Silverstone las disipó por completo: el mejor coche ahora mismo es el McLaren. El ritmo de Norris y de Piastri fue excelente. Con lluvia y sin ella. La superioridad exhibida durante el tramo inicial de la prueba en sus adelantamientos a Verstappen y a los dos Mercedes auguran una segunda parte de campeonato más que disputada. El meritorio crecimiento de la escudería inglesa coincide con el inesperado y sensible bajón de Red Bull . El equipo austriaco, dominador absoluto en los últimos años, parece haberse dormido en los laureles de su superioridad y le están comiendo progresivamente la tostada cada fin de semana. Mercedes también ha hecho los deberes. Russell y Hamilton coparon el sábado la primera línea de la parrilla de salida, y en carrera fueron más rápidos que Verstappen... hasta que el coche de George dijo basta. Pero quedó en pista el viejo Lewis, que llevaba toda la tarde afilando el colmillo y el acelerador. Y en el momento preciso, cuando por fin cesó la lluvia y apareció el sol, Hamilton lució su innegable maestría para exprimir los neumáticos blandos y ponerse en cabeza. Nadie pudo ya arrebatarle el cetro. Sigue siendo el rey de Inglaterra.
