El cambio climático está acelerando, según algunos estudios de geofísicos y oceanógrafos, la aparición de fenómenos meteorológicos extremos que sacan a la luz la vulnerabilidad de muchos de los espacios considerados Patrimonio Cultural por la Unesco: lluvias torrenciales, sequías, desertificación, huracanes, heladas, crecida de los mares y otros eventos que antes creíamos excepcionales. En 2018, el caudal del río Jalón cubrió de barro el Monasterio de Santa María de Huerta, en Soria, dejando a la vista la desidia de la Confederación Hidrográfica. Un año después, la Plaza de San Marcos, en Venecia, sufrió una subida del nivel de agua inaudita. ¿Podemos anticiparnos a los efectos del cambio climático para prevenir o minimizar el daño causado? La preocupación por el patrimonio cultural es una cuestión primordial para la UE y técnicos y especialistas en el legado histórico y cultural de todo el mundo están investigando las técnicas para salvarlo y mitigar el cambio.
En España, el Grupo Parlamentario Socialista ha registrado una proposición no de ley en el Congreso por la que insta al Gobierno a impulsar, junto con las comunidades autónomas y la FEMP, una estrategia de actuación para la preservación del patrimonio cultural y abordar el cambio climático y su impacto, según informa Europa Press.
En su iniciativa reclaman que el patrimonio cultural sea "icónico y visible para el público como un activo para crear conciencia" sobre el impacto del cambio climático, además de para enfatizar la urgencia de la acción climática.
También propone el seguimiento y mapeo de las vulnerabilidades del patrimonio, así como impulsar un modelo de evaluación del estado del sector "para considerar los impactos" del cambio climático. En esta misma línea, insta al Gobierno a fomentar "la gestión eficiente de los recursos y la energía" para combinar soluciones tecnológicas y tradicionales que impactan en el patrimonio cultural.
"Un aspecto clave para alcanzar el objetivo de proteger el patrimonio frente al cambio climático debe basarse en la integración del patrimonio cultural, la ciencia generada sobre el clima y los hallazgos de la investigación científica con la experiencia humana adquirida durante siglos o milenios, inherente al patrimonio tangible e intangible", explica el texto.
En sentido, apunta a la evidencia hallada con relación al clima en yacimientos arqueológicos o el conocimiento acumulado por los ecosistemas locales sobre las condiciones climáticas y los cambios que se están produciendo y que afectan al patrimonio artístico y cultural de las distintas comunidades.
