Más de un millón y medio de jóvenes de entre 15 y 29 años ni trabajan ni estudian en nuestro país, según la Cámara de Comercio de Lima (CCL). Hellen Tipian, líder de zona andina de la Fundación de Forge, explica cuáles serían las razones y profundiza sobre el impacto que tiene la pobreza sobre ellos.
-¿A qué se debería el incremento en 2,4% de la población de jóvenes que ni trabajan ni estudian al cierre de 2023?
-Hoy existe una realidad que deja a los jóvenes en una brecha de desigualdad al acceso educativo o laboral formal, ya que en su mayoría egresan a los 16 años y no hay una continuidad de oferta gratuita nacional académica para ellos. Para que accedan al sistema público de formación superior tienen que transitar por una academia que no es pública y tampoco están preparados para tal demanda.
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-La población nini es alta en jóvenes de entre 15 y 19 años, concentrando el 44,4% del universo. ¿Por qué el porcentaje se amplía en este segmento?
-Su edad de egreso y su inexperiencia laboral dificultan su acceso a la bolsa de trabajo ya que son menores de edad. Los jóvenes culminan la etapa secundaria a los 16 o 17 años, pero los conocimientos que han adquirido no son suficiente para acceder a un empleo formal. Cabe mencionar que en el país la formalidad laboral empieza a los 18 años. Entonces, hasta que el joven cumpla la mayoría de edad pasa dos años buscando qué hacer. Finalmente, encuentran mayores facilidades en el mercado informal.
-Este resultado entonces va más allá de la responsabilidad y de las decisiones de los mismos jóvenes.
-Los jóvenes tienen ganas de salir adelante, tienen sueños que se ven limitados ante la falta de oportunidades, así que todos los componentes de la sociedad tenemos que articular acciones en respuesta a ellos y a esos sueños que se ven frustrados. No tienen dinero para estudiar. Buscan empleo, no los contratan porque no tienen ni la edad, ni la experiencia. No son los jóvenes quienes no quieren tomar acción, es el sistema el que los limita y no tiende puentes.
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-Se observa además que Lima concentra el 43,3% del total de ninis; es decir, 657.000 jóvenes. ¿A qué respondería este comportamiento?
-Porque en Lima la mano de obra barata está expuesta a mayor facilidad de acceso. Si queremos contrarrestar esto, es necesario fortalecer y sensibilizar a las empresas para contratar personal sin experiencia previa, ya que es ahí donde existe la primera dificultad para que el joven pueda iniciar su vida laboral. Además, el Estado debe apostar por los espacios de fortalecimiento de competencias en los jóvenes ya que un 40% de ellos en Latinoamérica no ha culminado su secundaria.
-¿Qué se necesita para potenciar la empleabilidad juvenil en nuestro país?
-Se necesitan políticas públicas que garanticen una formación continua en competencias técnicas y blandas, que generen la competitividad para ser inmersos en un empleo formal. A su vez, mayor apertura por parte de las empresas para generar posibilidades dentro del mercado laboral.
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-En 2023, la pobreza afectó al 34,7% de los ninis, ¿por qué quienes menos tienen son quienes más obstáculos encuentran?
-La pobreza se relaciona directamente con el poco acceso a oportunidades y es que son los que tienen menos recursos los que no pueden acceder a estudios, pese a que la educación es un derecho universal, o a un trabajo digno con todos los beneficios de ley. La pobreza los condiciona, pero esta problemática debería ser atendida por el Estado. Además, hay una brecha de género de 17 puntos porcentuales en la población de ninis a favor de las mujeres y esto es porque son ellas las que principalmente se hacen cargo de las tareas domésticas y del cuidado de los hijos, lo que problematiza aún más su condición de pobreza y la carencia de oportunidades ya existentes.
