Una congeladora común sirve para conservar alimentos a largo plazo y su temperatura suele estar regulada a -18° Celsius. En muchas casas hay uno de estos aparatos. Las congeladoras del Banco Nacional de Tumores son distintas. Están programadas a una temperatura de -80° Celsius y guardan 20.000 muestras de tejido canceroso que, en la mayoría de casos, no tienen cura.
Abrirlas es como mirar el interior de una caja fuerte llena de información útil para investigadores. Dentro de cofres blancos y cuadrados, con 81 casilleros en su interior, descansan tubos transparentes que contienen pedacitos de material biológico en los que crecieron las células anómalas.
El Banco Nacional de tumores de cáncer está instalado en la sede del Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas (INEN) y fue inaugurado el último 26 de junio. Su implementación se logró gracias a la cooperación de la Embajada de Francia en Perú y el Instituto para el Desarrollo (IRD) francés.
En las puertas que lo mantienen aislado del exterior están grabadas las huellas de los doctores con más experiencia en cáncer en Perú. Allí, en una habitación mediana, es donde están las congeladoras con las muestras. Las resguarda un equipo de expertos dirigido por el doctor Sandro Casavilca Zambrano, jefe del Banco Nacional de Tumores.
“Tenemos 20.000 muestras de cánceres específicos. De cerebro tenemos casi todos los cánceres. Pero, de estómago, tenemos menos. Necesitas un número crítico para poder hacer estudios”, explica.
El cáncer es una de las principales causas de muerte en el planeta, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Existen de diversos tipos: cáncer de pulmón, de estómago, de mama, de próstata, de piel, de vejiga, de páncreas, de riñón, de hígado, de cerebro, por mencionar algunos. Solo conociendo los distintos tipos de cáncer se pueden desarrollar nuevas terapias, establecer diagnósticos precisos e identificar medidas de prevención adecuadas. Para eso es necesaria la investigación en lugares como el banco de tumores.
“Antiguamente, si alguien quería hacer investigación tenía que generar toda su logística. Actualmente, con este esfuerzo, lo que se está haciendo es poner a disposición del investigador una plataforma para que, con la logística ya armada, pueda iniciar su proyecto”, comenta el oncólogo que lleva más de 30 años dedicado a la medicina.
Los bancos de tumores almacenan muestras biológicas de pacientes con cáncer que, previamente, han firmado un consentimiento. Así, cuando se realiza una operación para extracción de un tumor, los doctores pueden extirpar una pequeñísima parte de esa masa de tejido afectado.
“Durante la operación hay dos momentos que debemos tener en cuenta: cuando se clampa la arteria y cuando el tumor es extraído para ser enviado a patología. En ese tiempo, recibimos parte del tejido tumoral e inmediatamente lo congelamos para conservar las máximas características de marcadores biológicos”, detalla Casavilca.
“Por eso es tan importante tener un banco de tumores. No es cualquier colecta de muestra. Es una colecta muy especializada”, resalta.
Stéphane Bertani, biólogo molecular y director de Investigación del IRD, de Francia, que trabaja en cooperación con países tropicales, afirma que las investigaciones personalizadas en cáncer son de relevancia global.
“Si queremos ser precisos en el desarrollo de tratamientos, debemos incluir a pacientes que no eran incluidos antes en la investigación. Durante muchos años, el 80% eran de ascendencia europea”, comenta.
“La población en Perú es muy diferente porque la mayor parte es mestiza y tienen un componente genético que no hay en Europa. Esta especificidad debe tenerse en cuenta”, indica Bertani.
Desde hace una década, el experto estudia el cáncer de hígado en Perú, que presenta una condición particular.
“El cáncer de hígado en Francia se desarrolla en varones de más de 50 años que ya han pasado por una enfermedad hepática, generalmente por toma de alcohol. Pero, en Perú tenemos un grupo de pacientes menores de 40. La edad promedio es de 20 años, incluso hay niños”, dice.
A los investigadores especializados en cáncer les llamó la atención que en Perú exista casos de cáncer al hígado en población joven que no ha pasado por problemas serios con este órgano. A partir de proyectos en cooperación con el IRD se ha desarrollado tecnología para operar a estos pacientes.
“También se ha creado una base de datos que permite a investigadores como yo continuar estudiando este tema”, agrega el biólogo molecular.
Los avances en el tratamiento de esta forma de cáncer en el Perú se han utilizado en la lejana África. La distancia entre Lima y Nairobi, capital de Kenia, es de más de 12.000 kilómetros. Hasta allí viajó la información obtenida por los estudios del IRD, lo que permitió salvar vidas.
“Nos contactaron para preguntar si teníamos este tipo de cáncer. Ellos no lo sabían operar. Entonces, vino un equipo de cirujanos kenianos para capacitarse y también enviamos un equipo peruano a Kenia. Ha sido una cooperación trinacional. Francia ha apoyado, pero la tecnología es peruana y los cirujanos de Kenia lograron realizar este tipo de operaciones en su país. Eran al menos 10 pacientes que no tenían un destino y ahora pueden sobrevivir”, cuenta Bertani.
“No es el mejor banco el que más muestras tiene, el mejor banco es el que más muestras utiliza para investigación porque hay más proyectos, más movimiento”, comenta Sandro Casavilca. El experto sostiene que fortalecer las medidas de detección temprana y prevención en el país es crucial para reducir los casos de cáncer en la población peruana.
“Hay una serie de medidas que se podrían tomar en la parte infecciosa y en la parte de detección temprana y que necesitamos aplicar. Es una enfermedad que no se puede curar, que se puede cronificar de alguna manera, pero no se cura en muchos casos. Hay casos que sí. Y la detección temprana nos permite eso, nos permite curación”, sostiene.