Terminados los primeros doce meses de mandato, la Diputación que dirige el popular Luis López sigue trabajando en pos de dejar su impronta en la provincia de Pontevedra. Fueron ocho años los que duró el anterior gobierno bipartito en la administración, conformado por PSOE y BNG y capitaneado por la socialista Carmela Silva. Con el pase de relevo, tras los comicios municipales del año pasado, el nuevo equipo a cargo se marcó el reto de calar en la sociedad de los 61 municipios pontevedreses; y, en ese sentido, el enfoque adoptado fue de lo más directo: en este tiempo, López agendó y mantuvo encuentros con todos los alcaldes de la provincia, a excepción del de Vigo, con el que sí mantiene «relaciones fluidas de colaboración». Y, además, dio tiempo a reunir algunas buenas cifras: su gobierno sacó adelante los presupuestos más altos hasta el momento, de 190 millones de euros; y organizó más de 1.800 actos públicos. Estos y otros hitos los repasó el propio presidente esta semana, en un acto para celebrar con su equipo el primer aniversario del mandato. Son doce, en total, que la presente administración luce como banderas, e incluyen, además de las cuestiones citadas, otras como una potente inversión en el deporte –con la aprobación de un nuevo Plan Extraordinario de Infraestructuras Deportivas de 4 millones de euros y la aprobación de la reforma definitiva de Balaídos– o la puesta de atención en el reto demográfico –con la creación de un departamento propio y su consideración al repartir los fondos de planes provinciales–. Siempre siguiendo la filosofía que marca explícitamente López de «tender puentes», que intenta traducir en afán de cordialidad no solo con los regidores, sino también con los distintos sectores. Al hilo, la Diputación afirma haber contribuido con fondos a la continuidad de más de mil asociaciones, y estima que la cifra alcanzará las 1.400 una vez se resuelvan las ayudas de los planes Provincia Comunitaria y +Aqua. También se estableció un nuevo departamento especializado en este ámbito, el Área de Acción Comunitaria. El trabajo realizado hasta ahora responde a un espíritu de municipalismo que explica el perfil del propio López, curtido tras una década como alcalde de Rodeiro. Un buen ejemplo es esa decisión de reunirse con tantos alcaldes como posible fuese, de cara a conocer las necesidades de financiación, inversiones o nuevos servicios, por ejemplo, de cada municipio en detalle y al por menor. Otro cambio de rumbo, en clave cordial, que se llevó a cabo: por primera vez en ocho años, el presidente de la Diputación acudió a la presentación de sus presupuestos en el Parlamento de Galicia. Una ventaja para el actual gobierno es que puede presumir de mantener una relación mucho más estrecha con el Ejecutivo autonómico que su predecesor. En estos doce meses, la colaboración entre ambas instituciones se materializó en actuaciones de escala amplia, como la transferencia del Pazo de Lourizán, de la Escola de Canteiros o de los centros educativos de Príncipe Felipe; la recuperación del convento de Santa Clara en Pontevedra; la compra del Cine Fraga en Vigo; o el regreso de las Rías Baixas al stand de Turismo de Galicia en el certamen Fitur. Precisamente, otro foco está puesto sobre el turismo, al que se le dedicó una línea de ayudas de 100.000 euros para organizar eventos deportivos. Se suman la alianza con la piraguïsta olímpica Teresa Portela, embajadora del destino; y las apuestas por la atracción del enoturismo y los castillos. El gobierno de López arrancó abanderando la transparencia y el diálogo como modus operandi para hacer política. Y, un año más tarde, el presidente echó la vista atrás; en la celebración, se alegró de que algunos planes ya den «frutos», pero vaticinó que otros tantos «madurarán a lo largo del mandato».
