Miembros destacados de la (inexistente pero cada vez más probable) Asociación de Periodistas Correctos y Dóciles pedían las sales y se abanicaban el entreteto, sofocados, porque el pasado viernes compañeros suyos habían conseguido colarse en los juzgados de Plaza de Castilla para lograr la foto del día: la de Begoña Gómez, presidenta del Gobierno por poderes, en el banquillo y haciendo el paseíllo hasta él. Que los periodistas somos de respetar las normas y los acuerdos, que qué atropello y qué despropósito, que fíjate, dónde iremos a parar, decían . Como si el trabajo del periodista fuese no incomodar demasiado, hablar flojo y repetir como un lorito, simples transcriptores de mensajes tamizados, lo que declame el poder. Imaginemos por un...
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