APROVECHO las largas tardes de canícula estival para saldar deudas pendientes. Una de las más acuciantes era ver, por fin, 'Sátántangó', la colosal película de Béla Tarr. Siete horas y cuarto de metraje para adaptar una novela de László Krasznahorkai que tiene poco menos de 300 páginas y en la que se cuenta el fracaso de una granja colectiva en los estertores de la Hungría comunista. El cine de Béla Tarr es singularísimo, entre otras cosas por su concepción del tiempo fílmico. No hay apenas elipsis en su forma de contar: las cosas suceden con la misma morosidad que en la vida real. Cuando dos personajes se alejan por una pradera, Tarr aguanta el plano hasta que esos personajes desaparecen...
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