Los ricos casi siempre se las arreglan. De hecho, muchos se hacen más ricos, con sus enchufes en la hegemonía. Ricos de antes, y ricos de ahora, sean boliburgueses, bolichicos, o lo que sea. Al final son la misma miasma.
Los pobres son cada vez más pobres, más empobrecidos. La única compensación a la catástrofe humanitaria, que padecen los más pobres, es el dinero que sus familiares les envían del exterior. De los millones de personas que se han visto forzadas a emigrar o huir, una gran parte proviene de los sectores populares, de los barrios azotados por la violencia, por la carencia de agua y luz, y por la inexistencia de servicios de salud y educación. El horror que la masiva propaganda pretende ocultar, y que no pocos medios extranjeros también la edulcoran.
La clase media está dejando de existir. Lo que fue la gran conquista del siglo XX: el desarrollo de una clase media de mucha importancia, en especial en las regiones del país, se ha visto disminuida, en cantidad y cualidad, por el despotismo depredador de la hegemonía.
Eso tiene que cambiar para asegurar un futuro estable y próspero al conjunto de la nación. Una que sea más justa, solidaria e innovadora.
Gran desafío de María Corina y Edmundo, y de las mayorías que representan.
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