La reciente marcha de los padres blancos de la parroquia de San Marcos, en el casco histórico de la capital, y de los trinitarios en el Polígono de San Pablo se han saldado de idéntica forma: adjudicando al párroco más cercano la tarea de dirigir la feligresía que se ha quedado sin pastor. A partir de ahora, Ginés González de la Bandera, como nuevo párroco de Omnium Sanctórum, asume también la cura de almas en San Marcos y Alfonso Peña Blanco coordinará la labor pastoral en San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier. Pero no son casos únicos. Ni infrecuentes. A lo largo de la historia, la geografía parroquial ha seguido un movimiento continuo de sístole y diástole :...
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