Corrieron a abrazar a
Dani Olmo con el chándal puesto y después de decirse algo al oido,
Lamine se dirigió hacia la grada ocupada por la afición de España. Caminaba y bailaba y pedía a
Nico Williams que le acompañase. Nadie hasta ese momento de la selección había reparado en compartir con la afición la victoria ante Alemania.
Lamine sí. Él sabía cuanto importante era agradecer a la gente todo el apoyo, que había sido mucho. Bailó con
Nico ‘Mi gran noche’ de
Raphael que sonaba en la megafonía de forma atronadora, alegre, brutal, y otra vez lo agarró para dirigirse a la grada. Y después llegó el resto de esta selección que se ha hecho grande con el sufrimiento de superar en una prórroga a una
Alemania que despreció la juventud de nuestra selección. Sí, la despreció. Porque desde el primer minuto creyó que asustaría a España con faltas durísimas y casi lo consigue.
Kroos en seis minutos lesionó a
Pedri, que sufre un esguince lateral interno de la rodilla izquierda, y pisó el tobillo del Lamine.
Kroos, que había tenido una carrera brillante, se despide del fútbol con un partido en el que salió su peor versión. Pero la divinidad del fútbol es que no podía dejar de castigar a una Alemania que creyó que la selección española era demasiado tierna y no aguantaría la presión.
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