Vox ha anunciado que abandona Reformistas y Conservadores (ECR), el grupo político europeo liderado por el partido Fratelli d´Italia de Giorgia Meloni, para formar parte de la nueva plataforma promovida por Viktor Orbán. La casualidad ha querido que el anuncio de Santiago Abascal coincida con el encuentro del primer ministro de Hungría con Vladímir Putin, lo que da cuenta de su marcado perfil antieuropeo y de tintes radicales difícilmente asumibles. En un tiempo en el que Meloni ha dado muestras de inteligencia política y pragmatismo, integrando sus iniciativas en un marco inequívocamente proeuropeo y cosechando un rotundo éxito electoral, el movimiento de Vox parece una torpeza. Extremar el discurso y situarse en la estela de políticos capaces de contemporizar con enemigos explícitos de los valores europeos es un gesto incomprensible en un partido que aspira a defender valores conservadores y a ensanchar su base electoral.
