Leer no se limita a ser culto ni a tener buena ortografía, eso es una consecuencia natural de lo que logra comprender en un libro académico o literario. Pero antes de llegar al conocimiento se atora la mayoría de las y los mexicanos. El sistema de educación se limita a calificar la decodificación de grafías que unidas forman palabras, oraciones hasta llenar libros completos.
Leer bien, a plenitud, va más allá de la mera comprensión de esta secuencia de letras y símbolos, y no termina cerrando un libro. Se quiera o no, las neuronas se quedan con combustible que procesa la nueva información confrontando las ideas o experiencias individuales, clasificar la información, desempolvar recuerdos, actualizar archivos.
Consciente o inconscientemente las neuronas se quedan trabajando con lo leído, académico o literario, y creando una perspectiva nueva de vida. Triste caso cuando no se capitalizan estos estos procesos inexorables, porque la reflexión y la crítica son el entrenamiento neuronal más efectivo y cómodo que existe.
En un primer momento de lectura después del libro las neuronas asimilan, comparan, jerarquizan, señalan la nueva información. En ese momento la persona confronta sus propias creencias con la nueva ‘comprensión’ adquirida a través de conceptos o historias literarias. El viaje lector la traslado a otro tiempo, en otro espacio y con otras reglas que inevitablemente le generan una opinión.
Y más todavía, la persona puede continuar su entrenamiento neuronal racionalizando esa opinión. ¿Qué ideología está detrás de una definición o qué valores gobiernan las decisiones en una novela? Entre la reflexión y la crítica es en donde se cultivan los talentos, las competencias más elevadas del pensamiento: articulación estratégica de ideas, reconocimiento del otro y de lo otro –empatía–, prospectiva, análisis-síntesis.
Digamos que el conocimiento se adquiere por la decodificación de grafías y su comprensión, mientras que el talento se cultiva mediante la reflexión y la crítica. Así la lectura deja de ser un pasatiempo para convertirse en un instrumento de evolución personal y social. Una herramienta básica para la educación de un país que quiere salir adelante.
Para mal de todos pocos maestros saben leer a plenitud y el sistema educativo no tiene ni idea de lo que esto representa, o sí, pero no le conviene que tanta gente se ejercite en las competencias superiores del pensamiento.
Esa lectura plena, ese entrenamiento neuronal sistemático te lleva más lejos que tener cultura amplia, al final esto depende qué tan variado leas, y a tener buena ortografía. El manejo estratégico de las ideas y la estructuración racional del pensamiento implica muchas cosas más, y desafortunadamente eso, eso no lo atiende el sistema de educación mexicano y nadie habla de esa reforma necesaria.