Hablar de Perú es pensar en el Machu Picchu y el Valle Sagrado, en la ciudad colonial de Cuzco o en su parte de selva amazónica, pero también de gastronomía, ya que la peruana está considerada una de las mejores del mundo. De aquí nos llega el ceviche y el pisco, uno de los grandes símbolos del país.
Hoy en día el pisco es mucho más que una bebida, es un símbolo de identidad nacional y un embajador de la riqueza cultural de Perú en todo el mundo. Desde las soleadas tierras de Ica hasta los valles fértiles de Arequipa y Moquegua, la tradición del pisco perdura y marca una ruta que no solo nos ayuda a conocer este destilado, también las regiones en las que están ubicadas las más de quinientas bodegas que siguen produciendo pisco.
Una aclaración. Pisco es un destilado cuyo único ingrediente es el mosto fresco recién fermentado de uvas pisqueras de la costa peruana. Podemos decir que es algo similar al coñac o el brandy, pero sin envejecer en barricas de madera. Otra cosa es el pisco sour, el cóctel más conocido y el que nunca falta en una comida peruana. Este lleva solo la mitad de pisco y se le añaden otros ingredientes como limón, clara de huevo y azúcar.
El lugar ideal para iniciar esta ruta es Ica, al sur de Lima. Conocida como la cuna del pisco, alberga algunas de las destilerías más antiguas del continente americano. En esta región se pueden visitar las antiguas bodegas coloniales, así como recorrer los viñedos, aprender sobre el proceso de elaboración y degustar los diversos tipos de pisco.
Mucho más conocida es la región de Arequipa, la segunda parada de esta sabrosa ruta. Sus valles fértiles y un clima muy favorable han ayudado a que aquí se instalen muchas bodegas que siguen teniendo gran éxito. En esta parada hay que aprovechar para conocer el casco histórico de la ciudad de Arequipa, declarado por la Unesco como Patrimonio Cultural de la Humanidad gracias a la conservación de más de quinientas casonas coloniales de corte europeo-andino, entre otros grandes tesoros. A los pies del volcán Misti, Arequipa y sus alrededores regalan unos paisajes únicos.
Continúa el camino hasta llegar a Moquegua y Tacna, regiones en las que se sigue sintiendo la tradición y la cultura del pisco. Aquí es recomendable dejarse llevar para explorar las costumbres locales. De esta zona es tradicional la uva negra criolla, distinguida por un color oscuro y con un aroma frutal inconfundible que marca su pisco. Y para terminar esta ruta por todo lo alto debes saber que al sur de Perú presumen de tener las mejores playas de Suramérica.
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