La negociación en Cataluña se va a jugar a dos bandas. El PSC dice que es optimista, aunque, al mismo tiempo, Junts han puesto ya en marcha una campaña de aproximación a ERC. Puede resultar inconcebible si se tiene en cuenta de dónde parten en la ruptura personal y política, pero en este momento se impone por encima de todo la estrategia de Carles Puigdemont para buscar el encaje de una fórmula de reedición de un «pacto nacional», ya sea con listas conjuntas o separadas, que lleve a unas nuevas elecciones en Cataluña. En las listas conjuntas, Puigdemont ofrece barra libre a ERC, salvo el primer puesto que se lo reservaría para él. Otra alternativa sería la de las listas separadas, pero con un programa nacional conjunto, y con el compromiso de ser también generosos en el reparo de cargos si consiguen una mayoría que deje al PSC sin opción de aspirar a la Presidencia de la Generalitat.
Este acercamiento tiene además el poder de encarecer la negociación del PSC con ERC y dificultarla. Si hay otra pareja de baile, con una oferta también generosa, a los de Esquerra les resultará más difícil justificar que en esta tesitura abandonan su tendencia tradicional a elegir la vía de la apuesta nacional por encima de las consideraciones ideológicas de izquierdas. Hay contactos previstos para los próximos días y, tras el pacto para lograr una Mesa del Parlamento independentista, Junts se ha marcado ahora como objetivo ganarse los votos de los republicanos para un debate de investidura de Puigdemont (55 votos frente a los 48 de PSC y comunes) que atribuya a una supuesta intransigencia del PSC la repetición electoral.
El expresidente de la Generalitat conoce bien los resortes internos de ERC y sabe que se enfrenta también a la tentación de un sector de la dirección republicana de intentar sacarle del tablero de juego por la vía de un acuerdo con el PSC que coloque a Junts en el ostracismo, y a él, ante su compromiso de no ser el líder de la oposición en la Cámara catalana si no saca adelante su intento de investidura. Hacienda trabaja en el terreno de explorar fórmulas imaginativas en financiación para acompasar su oferta a las exigencias de ERC sin dar la impresión de que desbordan el Estatut. La situación de debilidad de los republicanos no ayuda a un pacto, aunque pueda parecer lo contrario, y los socialistas tienen que manejarse con pies de plomo para no pisar ninguna bomba que les estalle en el camino.
Marta Rovira, secretaria general de ERC que sigue huida de España, mantiene unas negociaciones más fluidas con el PSOE que con el PSC, pero todo lo que pacte debe someterse a la ratificación de las bases. De hecho, la oferta que llegue a la militancia de ERC tiene el inconveniente de que difícilmente puede ir acompañada de la recomendación de voto de una secretaria general que ya ha anunciado su marcha, mientras que Oriol Junqueras se ha inhibido hasta ahora del futuro de la legislatura para centrarse en la batalla interna por el control del partido.
Y mientras las claves políticas siguen su evolución, por medio se cruza un factor penal que puede ser determinante en cómo termina esta negociación a dos bandas. El expresidente está pendiente de la decisión del magistrado Pablo Llarena sobre la vigencia de la orden de detención por la causa del 1-O, mientras, al mismo tiempo, se esfuerza en desbloquear la relación con ERC.
En el Supremo sería toda una sorpresa que Llarena no activara la cuestión prejudicial y considerara, en consecuencia, que esto le obliga a mantener la orden de detención contra Puigdemont. De momento, el Gobierno ha cumplido con Junts y ha utilizado la prórroga del real decreto, por el que se adoptaron medidas para afrontar las consecuencias económicas y sociales derivadas de los conflictos en Ucrania y Oriente Próximo, para recoger su exigencia de derogar formalmente la posibilidad de que la cuestión prejudicial tenga efectos sobre el levantamiento de las medidas cautelares con la amnistía, en concreto, con la orden de detención. La interpretación, en último término, tendrá que hacerla el magistrado que instruye la causa.
Moncloa y los socialistas insisten en el pacto progresista, pero quien hoy es su interlocutora principal, Marta Rovira, siempre se ha caracterizado por primar la cuestión nacional por encima de cualquier otra consideración. Si el pacto dependiera de Junqueras, el acuerdo estaría hecho de manera más sencilla. De haber acuerdo con el PSC, ERC necesitará luego tiempo para explicarlo a la militancia y hacer la pedagogía necesaria para que no lo vuelen por los aires.