Carmen Polastres era psicóloga y tenía una sonrisa contagiosa. La madrugada del 18 de mayo se encontraba cerca de su casa, en San Borja, el sitio en el que quizá podía sentirse más segura, cuando de pronto un grupo de sujetos intentó asaltarla. Resistirse hizo que uno de los hampones le disparara varias veces.
Un episodio brutal, un caso más de la violencia urbana que ha recrudecido en la capital.
Según las nuevas estadísticas de la División de Homicidios, Lima metropolitana registra 415 víctimas de asesinatos en 377 casos perpetrados en el primer semestre del año.
El caso de Polastres, por las características, genera una gran indignación. Y expone una situación recurrente que jaquea la seguridad de los barrios limeños: los asaltos violentos donde gente inocente resulta dañada.
Y como si eso fuera poco, en las calles también hubo 212 ataques de sicarios. Ahora bien, de acuerdo con los datos de la Policía, en decenas de otros casos se emplearon armas y otros elementos.
Las cifras son de espanto: hubo 110 asesinatos usando pistolas y revólveres, 23 homicidios calificados con arma blanca, 18 empleando las manos u otros elementos, 10 feminicidios, entre otros. “Es alarmante el nivel de violencia que estamos viendo”, advierte un oficial de la Dirincri.
Para los investigadores, la cruenta disputa entre bandas con el claro objetivo de avanzar sobre nuevos territorios y controlar el negocio de la explotación sexual, la trata, extorsión, el tráfico de drogas, es causa de muchos asesinatos por encargo.
San Juan de Lurigancho sigue figurando como el distrito más peligroso de Lima. En sus calles se han registrado 70 asesinatos en estos seis meses. Le sigue Comas, con 30, Ate 29, Puente Piedra 26, Villa María del Triunfo 20, San Juan de Miraflores 18, San Martín de Porres 18, Los Olivos 17 y La Victoria y Pachacámac con 14 cada uno; Cercado de Lima, Chorrillos y Santa Anita con 12; Villa El Salvador 10 y Carabayllo 9, entre otros.
Según las cifras de la PNP, 321 de las víctimas son de nacionalidad peruana, 39 de Venezuela, 2 de Colombia y 32 están por determinar. En el 65,9% de los asesinatos por sicariato existió planificación previa y al menos en el 20,9% de casos hubo acuerdo para que alguien se encargue de ejecutarlo.
“¿Cuánto hay para caer al ‘pescado’ (víctima)?”, pregunta en un diálogo telefónico un muchacho llamado Agustín a otro apodado Chucky, quien aún no ha sido identificado. “Por cada una (bala), mínimo mil (soles) te llevas”, es la respuesta.
Entre el 1 de enero y el 19 de junio se cometieron 158 crímenes por ajuste de cuentas, 85 por hegemonía y 60 por determinar. Asimismo, 22 casos fueron perpetrados por venganza, 16 murieron en robos y hubo 10 casos por determinar.
También ocho cadáveres fueron hallados en costales y 3 de ellos son investigados como feminicidio. Además, hubo personas que murieron en la calle: uno abatido por la policía y otro alcanzado una bala perdida.
De acuerdo con el reporte policial, 368 víctimas son de sexo masculino y 47 femenino. Además, 359 casos están pendientes y 18 han sido resueltos. Cabe indicar que solo 104 episodios son investigados por la División de Homicidios, lo que representa el 28% del total. El resto lo tienen las Divincris.
Pues bien, la violencia con que se dirimen los conflictos tiene varias causas: además de bandas disgregadas y la gran circulación de armas, influye también la presencia de extranjeros. Eso quedó evidenciado en el asesinato del empresario Macchiavelli Laura Lume, a manos de peruanos y venezolanos.
