Algo está pasando últimamente en el mundo de los escenarios. Habitualmente las celebridades habían cuidado en extremo su imagen y tenían prudencia en sus actos , tanto públicos como privados. Pero algo debe haber en el ambiente cuando gente como Taylor Swift , Madonna, Shakira, Justin Timberlake o Jennifer Lopez se dejan ir en demasía para poner una mancha en su supuesto glamour . Los tiempos están cambiando. Siempre lo están, en realidad. Lo que ocurre es que nunca antes el famoseo estuvo tan expuesto. Ahora hay un paparazzi en cada esquina . Lo mismo te graban un concierto entero que te sacan una foto de aquella manera recién levantada mientras desayunas en el hotel. Incluso la escatología como noticia. Nadie duda de que Taylor Swift es la indiscutible reina del espectáculo en estos momentos y su ' The Eras Tour ' lo está constatando. No debe ser fácil estar tres horas en escena delante de 70.000 fans y cámaras anónimas por todas partes. En algún momento fallas. Y eso es lo que le sucedió a la americana en un reciente concierto. Caminaba elegante con su micrófono en la mano derecha cuando su mano izquierda se fue a la nariz y de allí se sacó un inmenso moco que se le quedó colgando y con el que tuvo que pelear para deshacerse de él. Lo consiguió y siguió como si nada, pues el espectáculo siempre debe continuar. Pero quedó inmortalizado por un móvil y la secuencia se hizo viral. A estas alturas, Madonna no va a cambiar . Tiene 65 años y al inicio de su nueva gira recibió enormes críticas por hacer un show «poco acorde a su edad». Esos mismos que aplauden cuando Mick Jagger canta a sus 80 años aquello de «no puedo conseguir satisfacción». Pero eso es otra historia. Más allá de las edades, su último concierto en Rio generó infinidad de comentarios por una parte del show en la que a extraños sonidos electrónicos le seguían en el escenario simulacros de masturbación y mandalas humanos de bailarines que emitían sensuales gemidos sobre los ritmos. Luego llegó la diva y remató: «Gracias a Rio, que ama hasta mi coño». Shakira está intentando vender su mansión de Miami, pero no lo consigue. La compró por tres millones de dólares y ahora pide 12. ¿Por qué nadie quiere una lujosa residencia en la que ha vivido una superestrella como la colombiana? La respuesta huele. La razón es muy sencilla: apesta . Literalmente. Resulta que todos los baños están hechos por debajo del mar y esto trae problemas de malos olores, ya que todas las aguas fecales se cuelan por los inodoros cada vez que llueve. Así que cada visitante que acude a ver la casa acaba espantado por los efluvios que le vienen a la nariz. Eso sí, de momento Shakira no renuncia a sacar nueve millones de plusvalía en su venta. Hace un par de semanas, el actor y cantante Justin Timberlake fue arrestado por conducir borracho. Según se alega en los registros judiciales, sus ojos estaban «inyectados en sangre y vidriosos» y de su aliento emanaba un « fuerte olor a bebida alcohólica ». Un oficial del Departamento de Policía de Sag Harbor Village lo describió como «incapaz de dividir la atención» y agregó que «tenía un habla más lenta, andaba inestable y obtuvo malos resultados en todas las pruebas de sobriedad estandarizadas». Y todo ello después de que el cantante rechazase someterse al control de alcoholemia. Un completito. Jennifer Lopez decidió suspender su gira a falta de un par de semanas para su comienzo y dejó plantados a sus fans , que no se explican nada. Y todo después del hartazgo que produce su historia de amor y desamor con Ben Affleck, que tiene cansados a casi todos. Su decenso de popularidad es irrefrenable y no oculta su soledad. Hace unos pocos días, 'Vanitatis' publicó una foto donde aparecía sola en unas vacaciones en Italia desayunando mientras consultaba el móvil con un rostro que no disimulaba pereza . Vamos, como cualquiera que se acaba de levantar en vacaciones. Nadie ha ido tan lejos como este hombre. El actor –por decirlo así- de 'Jackass' ha cumplido 50 añazos y no se le ha ocurrido otra cosa que tatuarse un pene sobre una ceja , gotitas incluidas. Y aquí no hizo falta acudir a un control de alcoholemia, pues Steve-O hace estas cosas sin beber una sola copa. Mérito añadido.
