Sevilla es una ciudad hecha a medias pero es a la vez la más completa en la que se puede vivir. Tiene tanto para criticarle como para alabarle. Es tan decadente como deslumbrante. Tan pordiosera como opulenta. No tiene término medio: o es una calamidad o es insuperable, según el prisma como se mire. Y en los últimos años los sevillanos hemos pasado del clásico chauvinismo ombliguista al presumir de «la ciudad más bonita del mundo» a combatir nuestra propia singularidad. Se ha generado un movimiento a través de las redes sociales que bien podría denominarse 'Sevilla se opone' y que lucha contra absolutamente todo. Pero no de manera proactiva como lo haría la necesaria sociedad civil que pide la...
Ver Más
