Se armó el bailongo. Un paso para un lado, un paso para el otro... A la señal del DJ, una legión de troles, influencers y medios complacientes saltan a la pista para ejecutar la danza ensayada.
Paso cruzado por detrás, paso cruzado por delante... En medio del sonido de las trompetas, los timbales y el bongó, el rey de la pachanga se lanza al centro del escenario para dirigir la manada.
Un giro a la derecha y un paso en diagonal... El jaguar menea la cola y encala sus bigotes, mientras por los parlantes resuena a todo volumen, una y otra vez, el chachachá del referéndum.
Las maracas intentan seguir el ritmo al contrabajo, del mismo modo que los presentes procuran reproducir los rugidos lastimeros lanzados contra aquellos que no quieren unirse a la comparsa.
Falsedades, denuncias sin sustento y ataques atiborran una coreografía creada con la inequívoca intención de llevar confusas estridencias a los oídos incautos y mal informados.
Un paso al frente y un paso al lado... Los juerguistas se alinean al compás de la desinformación, con el encargo de hacer ruido por las redes sociales por medio de perfiles falsos y publicaciones dudosas.
El director de la juerga comanda la ofensiva apostando a la confusión que pueden provocar las cortinas de luces, las bombas de neblina y el confeti escarchado.
Su perversa rutina procura desacreditar y socavar a la Contraloría General de la República (CGR), elegida como el chivo expiatorio del momento para echarle las culpas por la incapacidad del gobierno.
Y mientras el jaguar y sus compinches intentan enredar a la opinión pública, los problemas del país se quedan en el rincón a la espera de que alguien quiera sacarlos a la pista.
Está claro que no les gusta bailar con la más fea, porque atender la inseguridad, el costo de vida, la brecha educativa, el desempleo y otros tantos desafíos exige destrezas que no parecen tener.
Sin duda, es más fácil aferrarse al chachachá del referéndum que comerse la bronca de gobernar. Ojalá los ciudadanos no se dejen bailar cuando suenen los trombones y las congas.
rmatute@nacion.com
El autor es jefe de información de La Nación.