Enric Auquer es pura electricidad. Dice que fueron sus enormes ojos la clave para dotar de bondad al personaje de Antoni Benaiges en El maestro que prometió el mar; y puede que esa sea también su arma para conseguir contagiar su energía, su pasión y su compromiso por todo lo que hace. Ahora lo logra de nuevo en la estupenda Casa en Flames, una comedia con mucha retranca que ha dirigido Dani de la Orden y donde el actor catalán da vida a un joven que pide a gritos que le quieran todo el rato hasta lograr que la palabra tóxico se quede corta para él. En esos ojos también estaba la clave para entender a otro de sus personajes recientes, el de ese novio que se enfrentaba a la decisión de su pareja de no ser madre en Mamífera, de Liliana Torres.
Uno observa que en los papeles que elige está su forma de ver en una profesión donde no siempre llegan personajes con los que identificarse ideológicamente. Él los busca y los eleva. También los rechaza cuando chocan de frente con lo que él considera más importante: la conciliación familiar para estar con sus hijos. No le gusta lo sencillo ni acomodarse, y por eso entre tanto estreno ha estado representando una obra de más de cuatro horas como El día del Watusi, la ambiciosa adaptación de la obra de Francisco Casavella que ha dirigido Ivan Morales en el Teatre Lliure barcelonés.
¿Qué había en Casa en Flames que te hizo decir que sí al proyecto?
Estaba Dani de La Orden, que es un amigo de hace muchos años y me apetecía mucho trabajar con él. Un guión que creo que está muy bien de Eduard Solà, y había un equipo y un elenco de actores que me apetecía un montón trabajar con ellos. Creo que hemos conseguido hacer una comedia que faltaba en España, más como a la francesa, con un tono un poquito más serio, que huya un poco del cliché. Y creo que se ha conseguido bastante y estoy contento por ello.
Una comedia con mucho debajo. Decía Carlos Saura que la familia era la institución perfecta para analizar la sociedad en la que vivimos, ¿está eso en Casa en Flames?
Sí, hay una voluntad de querer explicar esto también. Es un tipo de familia muy concreta, pero estoy de acuerdo con lo que dices y creo que hay un poco de espejo, con los dos hombres de la familia, con la mentira, con la confrontación constante, el no decir la verdad, esa desconexión emocional absoluta y el deseo de cada uno de los personajes en una sociedad muy infantilizada.
Los hombres de esta película están muy perdidos. No sé si preguntar en plural, ¿estamos muy a la deriva, es un reflejo de cómo estamos los hombres en el mundo actual?
No sé. Depende mucho de la conciencia de cada uno y de cómo se analice. Los que intentamos deconstruirnos siempre vamos como fracasando, y lo volvemos a intentar, pero también somos un poco ridículos a la vez. Y los que no, pues viven tan panchamente e incluso compiten y luchan contra esto todo el rato.
También sale el tema del machismo en una escena muy divertida donde ningún hombre reconoce que es machista porque recogen la mesa.
Esa parte fue improvisada, porque Dani nos hacía improvisar y yo dije eso de ‘recojo, pero recojo porque me sale de la polla, porque quiero ayudar’, como buscando la palabra correcta para no cagarla, haciendo una parodia, porque es como que todo el rato estamos allí sin saber cómo ser un buen aliado.
Y no ser un falso aliado.
Esos son los más peligrosos. Son los peores.
Ha mencionado lo de hacer una comedia diferente, parece que en España cuando una cosa funciona no para de repetirse la fórmula, ¿lo nota en los guiones que recibe?
Sí lo noto mucho, aunque depende de qué sector. La industria es un poco cobarde y veo muchos actores como yo, que nos repetimos mucho. La fórmula que funciona se usa y se explota tanto como se puede. Luego hay como cosas que son más arriesgadas o más valientes, o que no hay una voluntad de que sean éxitos, sino de responsabilizarse del arte del cine, de crear relatos nuevos, diferentes, relatos que tienen una militancia política o artística. Pero como industria, desde plataformas a productoras, quieren mercantilizar el producto, y ahí sí que se repiten mucho.
La industria es un poco cobarde y veo muchos actores como yo, que nos repetimos mucho. La fórmula que funciona se usa y se explota tanto como se puede
¿Le ha dado miedo como actor funcionar en algo y que le den una y otra vez el mismo papel?
He dicho que no a sitios donde me están dando un papel que yo ya he hecho. Incluso les digo, ¿pero por qué me lo dais? Si es que sería como una copia, un calco, como director, ¿no tienes ganas de darle la oportunidad a otro?
Imagino que muchas veces cuesta decir que no, que también es un privilegio.
Es un súper privilegio y es difícil decir que no. Siempre crees que te vas a equivocar, sobre todo cuando no acabas de entender qué es aquello que te están ofreciendo. A veces pienso que no sé si lo estoy entendiendo y que me estoy equivocando. Otras ya ves que es algo que no quieres hacer. También digo que no por muchas circunstancias.
Habrá veces que la tentación sea muy grande.
Yo creo en algo ideológico, de responsabilizarte de los papeles que tú escoges. A veces me lo salto. Me he saltado eso por conciliación familiar, por ejemplo. A veces me han dado papeles que me encantaría hacer. Ahora me ha pasado, me ha dado una pena tremenda decir que no a trabajar con un director que nos queremos mucho, un protagonista súper bonito… pero era una serie y he tenido que decir que no porque eran cinco meses fuera y yo no puedo.
Estuvo aquí Aitana Sánchez-Gijón y justo mencionó que nunca preguntábamos a los hombres por la paternidad, o por la conciliación, y acaba de mencionar justo eso como uno de los factores para elegir guiones.
Es que para mí es el primer factor, y si a nivel artístico pasa por encima de esto, tengo que negociar mucho. Con las mamás de mis hijos y con mis hijos. Con la mayor sobre todo que lo pasa muy mal cuando me voy muchos meses. Y yo sufro mucho, y con los productores con los que estoy me pongo muy pesado y a veces soy un incordio, porque cada vez que tengo un día libre me voy y me paso el día viajando y voy agotado, pero lo hago.
Acaba de terminar en Barcelona la representación de El día del Watusi, una obra muy intensa, pero le he leído decir que el teatro es lo que más le mueve.
Es más divertido que el cine. El cine es muy aburrido de hacer, son muchas horas de espera, y para alguien como yo, que soy muy nervioso, muy inquieto y que no puedo estar quieto… porque el director todo el rato se está jugando algo, pero el actor… cuando eres el protagonista es más intenso y estás todo el rato allí negociando con el director, pasándotelo bien, en riesgo. A mí me gusta estar en riesgo, y en el teatro el riesgo está todo el rato, estás al filo de del abismo. Esta para mí ha sido para mí la mejor experiencia de mi vida, donde más en riesgo me he puesto. Donde más compromiso artístico he tenido que asumir. También donde he acabado más cansado y donde he necesitado decir que no quiero hacer más teatro en un tiempo porque me he dejado la piel, te lo juro. Me he dejado la piel y me he hecho daño.
Imagino que algún día no tendrá ganas de salir a escena, que estará reventado.
Sí, me ha pasado. El Watusi eran cuatro horas y media de obra. A lo mejor me dirán que soy un flojillo, que no soy un actor de verdad, pero yo he sufrido mucho, te lo juro. Había sábados, después de cuatro funciones y quedando la del domingo, que estaba en casa medio pajarito. Acababa cada día el espectáculo con las manos que me temblaban, como raro. Era una obra en la que lloraba 20 veces y de maneras distintas, chillaba mucho, perdía un poco el control y era muy intenso.
Me preocupa mucho la juventud, ahora mismo les veo con problemas de salud mental, desesperados y votando a la extrema derecha
Creo que hasta los 20 años no quiso ser actor, pero que aquel momento fue realmente importante.
Fue una salvación para mí. Fue encontrar un sitio del que formar parte. Para mí la adolescencia es un momento muy complicado. De estar muy perdido. Todas las adolescencias, incluso las que son menos traumáticas, son un momento complejo, y cuando encuentras un sitio confortable en el que hay un recorrido que investigar, pues da gusto. A mí me preocupa mucho la juventud, ahora mismo les veo con problemas de salud mental, desesperados votando a la extrema derecha. Hombres jóvenes votando a la extrema derecha. Pero creo que también están muy abandonados. Yo veo una desconexión con todo en nuestro oficio. Tenemos todas estas ficciones de un futuro distópico, derrotista, en el que no hay ningún mensaje positivo hacia el futuro. Ellos se pasan el día consumiendo Netflix y todas estas plataformas. Todos estos contenidos medio violentos y medio fascistas que se crean con los algoritmos. Si miras lo que se mira en internet todo son violaciones, juego, adicción, sexo bárbaro y violencia.
¿Les estamos diciendo a los jóvenes que no hay esperanza?
Todo el rato. Y de repente viene un populismo medio fascista que les propone un sitio y que los confronta con odio hacia relatos de libertad. El problema de la izquierda es que se tiene que hacer cargo del privilegio y ser internacionalista. Pero ahora el momento es de puro nacionalismo, y la izquierda no puede luchar contra eso.
Ha dicho que le preocupa la juventud. No tiene redes sociales. ¿Hay algo también de creer que parte de lo que está pasando es por las redes sociales?
Es que creo que las redes han idiotizado todo de alguna manera y que son pura mercantilización. No me interesa. Tampoco lo juzgo, me da igual
¿Nunca le han recomendado que las use para promocionar o algo?
Muchas veces. Y también renuncio a ganar dinero con ellas. Mucha gente que es amiga mía gana más dinero con eso que siendo actores, y son actores con éxito. Yo renuncié a eso. Por ahora. No sé si a mis hijos les faltara un día de comer si a lo mejor…
El año pasado tuvo un papel de esos que yo creo que calan en la gente, el de Antoni Benaiges en El maestro que prometió el mar. ¿Le ha dado tiempo a analizar que cree que pasó para que la gente conectara con esa película, no sé si una necesidad de hablar de la Memoria Histórica?
Creo que la historia de Antoni Benaiges ella sola ya es preciosa, y mucha gente que la ha ido descubriendo ha tenido la necesidad de rescatarla y de hacer un trabajo para que no se olvide. Y después creo que hay algo que tiene que ver con la dignidad de recuperar y de hablar de Memoria Histórica, que es algo que implica a mucha gente. Hay mucha gente que no quiere hablarlo, pero hay otra que necesita hablarlo. En esta historia hay una una bondad y una verdad… A veces hablamos de si no estábamos poniendo solo una parte del personaje, pero es que da igual, también hay que mitificar a veces estas cosas. Yo le puse toda la bondad que pude y no quise ponerle nada malo. En su historia había una ideología tan grande y tanto compromiso que dices… joder, qué bonito.
Vídeo: Javier Cáceres