La historia de algunos países está marcada por una continua inestabilidad política. A lo largo de los años, una nación de Sudamérica ha experimentado una serie de intentos de golpe de Estado, tanto exitosos como fallidos, que han impactado su desarrollo político y social.
Desde mediados del siglo XX, este país ha registrado 23 intentos de golpe, cifra que no ha sido igualada por otro en el mundo. Este patrón de inestabilidad ha provocado que tuviera, en promedio, un nuevo Gobierno cada 26 meses y medio.
Bolivia, ubicado en Sudamérica, tiene el récord mundial de intentos de golpe de Estado desde 1950. Según estudios realizados por expertos en inestabilidad política, la nación altiplánica ha registrado 23 intentos de golpe en poco más de siete décadas. De estos, 11 fueron exitosos, es decir, los golpistas lograron mantenerse en el poder al menos una semana, mientras que 12 intentos fracasaron.
Manuel Contreras, historiador y miembro de la Academia Boliviana de la Historia, explicó a la BBC que la inestabilidad política en Bolivia se debe a diversos factores internos. Entre ellos, destacó la ausencia de una institucionalidad sólida y un ejército que, durante décadas, ha estado dispuesto a participar en conspiraciones con la creencia de tener un rol en el desarrollo del país.
La década de 1970 fue particularmente turbulenta para Bolivia, con ocho intentos de golpe de Estado, algunos ocurridos en el mismo año. Uno de los dictadores más conocidos de esta época fue el general Hugo Banzer, quien gobernó de 1971 a 1978 después de derrocar a otro militar que estaba en el poder. Su régimen se caracterizó por la represión de movimientos sociales y un aumento significativo de la deuda externa. Banzer, a su vez, fue derrocado por otro general.
Otro golpe ocurrió en 1980, cuando el general Luis García Meza tomó el poder, un episodio marcado por la brutal represión y el asesinato del líder socialista Marcelo Quiroga. Este fue uno de los últimos antes de la transición hacia la democracia en 1982 con el gobierno de Hernán Siles Zuazo, que inició un período democrático prolongado, pero no exento de crisis internas.
En los últimos años, la política boliviana ha estado marcada por la controvertida reelección de Evo Morales en 2019. Morales, quien había estado en el poder casi 14 años, renunció en medio de acusaciones de fraude electoral y presiones tanto internas como externas, incluyendo la Organización de los Estados Americanos (OEA).
En la actualidad, Bolivia enfrenta una nueva crisis política. El presidente Luis Arce denunció el último miércoles 26 de junio un intento de golpe de Estado después de que un grupo de militares avanzó hacia el palacio Quemado, antigua sede de gobierno.
La economía de Bolivia también está en crisis, ya que existe una notable escasez de dólares y una disminución de las reservas de gas natural, principal fuente de ingresos durante años. Esto ha generado protestas y bloqueos de carreteras, exacerbando el malestar social. Además, dentro del Movimiento Al Socialismo (MAS), el partido gobernante, existe una disputa significativa entre Luis Arce y Evo Morales, quien aspira a regresar a la presidencia en 2025.
El reciente incidente con el general Juan José Zúñiga, quien fue arrestado tras ser destituido como jefe del Ejército por declaraciones amenazantes, ha añadido más tensión a la ya frágil situación política. El excomandante acusó a Arce de intentar aumentar su popularidad mediante un despliegue militar.
