«El equipo baja un poco la intensidad 48 horas antes igual que 24 horas antes de un partido, como se hace en todos los equipos del mundo, porque la intención del seleccionador es que lleguemos frescos al domingo para hacer un gran partido», explica Alejandro Grimaldo.
A estas alturas de curso, después de una temporada muy cargada, la preocupación de los preparadores físicos de la selección es más la recuperación de los futbolistas que su puesta en forma. «En esta fase final el crecimiento del rendimiento viene fundamentalmente en base a la buena recuperación. Personalizas el entrenamiento utilizando ajustes individuales, lo que denominamos microdosis. Cada jugador está en un momento diferente, en un estado de forma diferente y tenemos que atender esa individualidad», explica Javier Miñano, que fue el preparador físico de la selección campeona del mundo en 2010 y de Europa dos años después.
«A veces se hacen un poco largas las convocatorias porque las cargas de intensidad se dan en el partido. No puedes incluir en los microciclos de entrenamiento cargas altas. Es partido y luego ayudar a la recuperación de cada jugador con la singularidad que tiene cada uno de ellos. Cada uno tiene sus peculiaridades, unas rutinas diferentes», confirma Juan Carlos Gómez Perlado, que fue durante muchos años, algunos al lado de Luis de la Fuente, preparador físico de las selecciones inferiores.
Por todo ese esfuerzo acumulado durante la temporada, el cuerpo del jugador agradece que pasen seis días entre el último partido de la primera fase y el cruce de octavos. Que para muchos de los titulares serán diez porque el seleccionador cambió prácticamente el equipo completo para jugar contra Albania.
«Son jugadores que terminan con muchos minutos en las piernas, están habituados a jugar de forma continuada y estamos al final de una temporada extenuante. A partir de ahí que tengas la posibilidad de no sólo hacer la rotación que ha hecho en el último partido sino de tener esos días de descanso, sabiéndolo gestionar bien individualmente es un acierto», advierte Miñano.
Esas rotaciones ayudan también en el aspecto psicológico porque permiten que los que menos juegan también se sientan parte del equipo. «Llegar al tercer partido y poder dar descanso a los que han arrancado y han mostrado sus fortalezas y que tengan minutos los que han estado esperando su turno es muy importante de cara a elevar la autoestima de todos. Acudir a un evento de esta naturaleza y no jugar ni un minuto o jugar muy poco puede llegar a frustrar», reconoce Gómez Perlado.
El ejemplo de que esos cambian funcionan es la selección campeona en 2008. «Todos sabemos de dónde vienen los jugadores, los jugadores están fritos de jugar partidos, de acumular minutos y yo creo que esto es superpositivo para ellos porque se lo están tomando como un descanso activo para llegar al partido en condiciones», explica César Mendiondo, que era el segundo entrenador de Luis Aragonés entonces.
De la Fuente es consciente de la necesidad del descanso y por eso dio el miércoles el día libre a los futbolistas. «El jugador está demasiado cansado y un día de descanso es lo mejor psicológicamente en cuanto a la recuperación del jugador. Tienen allí a las familias. Es un momento agradable para desconectar y para poder recuperarse», reconoce Miñano.
«Eso lo manejaba Jesús Paredes, que estaba con Luis de preparador físico y para mí ha sido el mejor gestor de grupo, porque él sabía que lo que había que hacer con los jugadores no era entrenarlos, era conservarlos en buenas condiciones. Y fuimos la selección que más días libres dio en todo el campeonato. Creo que Luis de la Fuente está siguiendo ese camino», dice Mendiondo. «Ahora es más importante gestionar los descansos que los entrenamientos. Es más importante que un jugador descanse 24 horas o 48 horas seguidas y se vayan con su novia o con su mujer a dar un paseo. Incluso Luis les dejaba que la noche después de los partidos las parejas de los jugadores durmieran con ellos en otro hotel. Hasta eso se gestionó bien, porque el jugador tiene una presión, una tensión, en esos campeonatos grandísima. Imagina lo difícil que es que descanse la cabeza del futbolista», concluye César Mendiondo.