Inmediatamente después de terminadas las elecciones para diputados al Parlamento Europeo el 8 de junio, el presidente de Francia, Emmanuelle Macron, sorprendió a “todo el mundo” pues llamó a “elecciones inmediatas” a la Asamblea Nacional: la primera vuelta se realizará pasado mañana domingo.
¿Por qué lo hizo si su periodo gubernamental recién termina en el 2027? Pues debido a que el partido de ultraderecha Agrupación Nacional (AN), liderado por Marine Le Pen, obtuvo una gran votación, duplicando la votación de los seguidores de Macron.
Su gambito se apoyó en la siguiente idea: “Si llamo a elecciones inmediatas, el pueblo francés no querrá que AN llegue al poder; por tanto, votarán por mi partido, Ensemble (Juntos)”, que se autodefine de centroderecha. Esta elección exprés se parece a la que llamó Pedro Sánchez, del PSOE, en julio del año pasado para cerrarle el paso al Partido Popular (derecha) y a VOX (ultraderecha) que habían obtenido una fuerte votación en las municipales. El gambito le dio resultado a Sánchez, pues logró, con alianzas, una mayoría en el Congreso que le permitió seguir gobernando.
Pero no va a suceder lo mismo este domingo. Sucede que la izquierda francesa se unió después de mucho tiempo y conformó el Nuevo Frente Popular (NFP), con “La Francia Insumisa” (LFI) de Jean Luc Mélenchon (izquierda radical), el Partido Socialista (izquierda moderada), el Partido Comunista y los ecologistas.
Según IPSOS, los resultados serían 32% para AN de Le Pen; 29% para el NFP y 19,5% para Ensemble de Macron. Diversos partidos de derecha e izquierda tienen el 20% restante. “Ensemble entra tercero”. El gambito le habría salido mal.
No habría mayoría absoluta y quien gobierne tendrá que realizar alianzas con los partidos más pequeños. Y habría gobierno de “cohabitación”: el presidente sigue siendo Macron y el jefe de Gobierno sería de AN o de LFI.
Los diferentes porqués
Occidente está marcado por la crisis del capitalismo democrático, como lo han subrayado varios analistas, entre ellos Martin Wolf del Financial Times (1). La apuesta por la globalización ha fracasado y los países han optado por priorizar sus intereses nacionales: las medidas proteccionistas avanzan a toda vela. En Francia, la política neoliberal no le ha dado resultados: el PBI creció 2,6% en el 2022 y solo 0,7% en el 2023. Su deuda alcanza el 112% de su PBI de US$2.9 billones y su déficit fiscal bordea el 5% del PBI, lo que está por encima del Tratado de Maastricht. El FMI dice que estamos en slowbalization y que en lugar de la globalización, lo que tenemos es una fragmentación geoeconómica.
En la parte democrática, el avance de la ultraderecha (que ya gobierna en algunos países) ha adoptado políticas autoritarias que cuestionan las libertades democráticas y que reciben respaldo de parte del electorado. El tema de la inmigración es central aquí. Estuvo en el origen de la salida del Reino Unido de la Unión Europea (Brexit), al no aceptar los “mandatos” de Bruselas.
En Francia hay 69 millones de personas y 6.8 millones de inmigrantes, el 9,6% de la población según el INSEE. Muchos agregan a los hijos de los migrantes (nacidos en Francia), que alcanzarían una cifra similar. Se ubican en los niveles socioeconómicos más bajos y, además, hay un “choque de culturas”, sobre todo en las zonas periféricas (“la banlieue”). Los partidos de ultraderecha proponen recortar drásticamente las ayudas a los inmigrantes (2). Y si bien el programa de Le Pen ya no menciona explícitamente al Frexit, los analistas dicen que conduce directamente a esa meta.
Por el lado de la izquierda, la creación del NFP le ha dado un impulso que no se veía en años. El 29% de la votación indica que habrá una buena cantidad de diputados, tanto los que podrían ser elegidos en primera vuelta con más del 50% o, si es que llegan primeros o segundos, en la segunda vuelta congresal.
Otro hecho a destacar es el programa de gobierno del NFP, que tiene el apoyo de más de 300 economistas de las universidades francesas, entre otros, la premio nobel Esther Dufl o, Thomas Piketty, Emmanuel Saez, Julia Cagé y Gabriel Zucman. En el preámbulo del Programa se dice: “Nos unimos para construir un programa de ruptura con la política de Emmanuel Macron, respondiendo a las emergencias sociales, ecológicas, democráticas y por la paz. Luchamos contra el proyecto racista y de destrucción social de la extrema derecha y queremos evitar que llegue al poder. Rechazamos los ataques a nuestras libertades democráticas y la represión de las fuerzas sociales y asociativas, fuertemente burladas en los últimos años. Luchamos contra la proliferación de discursos de odio y contra la proliferación de amenazas y violencia que dañan nuestra democracia”.
De su lado, en una declaración de los economistas se dice que “desde el 2017, el gobierno ha apostado a que reducir los impuestos y gravámenes a los más pudientes y a las empresas aumentaría la tasa de empleo, lo que restauraría el crecimiento y financiaría el gasto público. Esa política ha fracasado. El déficit público es uno de los mayores de Europa, la deuda es significativa y la productividad laboral por hora está cayendo bruscamente. Esto es el resultado de un error estratégico consistente en apostar por la reducción de costos y no por la calidad de la producción francesa”.
Agrega: “A diferencia de AN y de Ensemble, ‘el financiamiento de nuestro programa está bien detallado y se articula de manera coherente con los grandes temas del momento. Se basa principalmente en medidas fiscales concentradas en rentas muy elevadas y activos muy elevados, que contribuirán a reducir las desigualdades, y en una condicionalidad progresiva’. El Programa también habla de justicia tributaria (‘es la palanca esencial para garantizar una educación de calidad, un sistema de salud eficiente y un desarrollo productivo que respete los equilibrios ecológicos’), la justicia social, el apoyo a las políticas de cambio climático y de respeto de las minorías.
Y también plantea un debate internacional sobre las políticas económicas saliendo al frente de la “batalla cultural” que impulsa Javier Milei: “Hay que preparar el futuro, como lo hace ahora el Gobierno español, en momentos que países como Italia y la Argentina ha tomado la vía autoritaria de “desclasamiento económico y social”.
Pero también hay críticas, sobre todo a Jean Luc Mélenchon, por su defensa de un agresor de mujeres, su cercanía con islamistas radicales, así como su cinismo y egolatría. Su persona primero antes que los intereses populares. Y Hay opiniones independientes sobre los programas como, por ejemplo, crítica de The Economist, que afirma: “Las agendas de ambos bloques son peligrosas para la economía”, según Patrick Martin, jefe de una federación empresarial. El derroche fiscal y de gasto de la extrema izquierda podría conducir a una “catástrofe”, según Olivier Blanchard, del MIT, mientras que el programa de la extrema derecha “es como un árbol de Navidad, sin lógica ni coherencia” (3).
Para finalizar, más allá de los resultados del domingo en Francia, la crisis económica –que se ha vuelto sistémica– va a continuar, en un marco de lucha por la hegemonía, de guerras ya comenzadas y acentuamiento de la polarización. En ese contexto se sitúan los planteamientos y enseñanzas del Nuevo Frente Popular francés.
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1) Martin Wolf, La crisis del capitalismo democrático, Penguin Books, 2023
2) La novela Sumisión (2015) del escritor Michel Houellebecq –con gran éxito en las ventas– narra la supuesta llegada al poder de un partido islamista (en el 2020) que impone sus políticas.
3) Ver: https://www.economist.com/europe/2024/06/23/the-economic-recklessness-ofboth-frances-hard-left-and-hard-right