Vivimos instalados en la tensión entre cambio y estabilidad, fluidez y solidez, innovación y conservación. Presionados por la insistencia en el progreso, en el avance, en lograr que la sociedad abandone las formas anticuadas del pasado y se mueva hacia nuevos y mejores tiempos. Esta lucha entre un futuro que promete y un pasado que lastra protagoniza nuestro debate público y se basa en la creencia de que para alcanzar las posibilidades que nos ofrece el futuro tan radicalmente diferente que nos tocará vivir las viejas formas de pensar y actuar deben descartarse. La sociedad debe cambiar para adaptarse a la nueva era en la que todo debe ser mucho más fluido y abierto. En este contexto, el pasado ha...
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