Cuando los políticos quieren ponerse de acuerdo, se ponen. Vaya si se ponen. Por muy distantes que sean sus posturas. Por muy acalorado que sea el debate. Si quieren, lo hacen. Ejemplos hay miles. Incluso en estos últimos tiempos tan polarizados, tan de extremos, tan de no dar el brazo a torcer. Tan de mediocridad. El penúltimo, el del CGPJ. Ese Félix Bolaños posando sonriente con González Pons. Inaudito. Con la vicepresidenta de la CE Véra Jourová de testigo, cuan señorita Rottenmeier. Cinco años han tardado. Pero al final lo han hecho. Era imperioso empezar a limpiar tanta toga manchada por la política en las altas instancias jurídicas. Bien está lo que bien acaba. Si es que acaba bien, que...
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