Las huellas dactilares revolucionaron la historia de la criminología en 1892, cuando un brutal doble asesinato en Necochea, provincia de Buenos Aires, fue resuelto gracias al innovador método de identificación del comisario argentino Juan Vucetich.
Este caso marcó la primera vez que las huellas dactilares se utilizaron con éxito en una investigación, consolidando el sistema de Vucetich como una herramienta esencial en la criminología moderna.
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En 1892, el pequeño pueblo de Necochea, en la provincia de Buenos Aires, fue testigo de un crimen atroz en la historia argentina: dos niños, de 6 y 4 años, fueron brutalmente asesinados.
De acuerdo recoge el sitio web de la BBC, la noticia sacudió a la comunidad y la policía rápidamente centró sus sospechas en Ramón Velásquez, un amigo de la familia de los niños, Ponciano Caraballo y Francisca Rojas. A pesar de los intensos interrogatorios, Velásquez siempre mantuvo su inocencia.
En la escena del crimen, los investigadores encontraron una huella dactilar ensangrentada. Desesperados por resolver el caso, contactaron a Juan Vucetich, un comisario que estaba desarrollando un novedoso sistema de identificación de huellas dactilares.
De esta forma, Vucetich comparó las huellas de Francisca Rojas y Ramón Velásquez con la encontrada en la escena del crimen.
Para sorpresa de todos, la huella coincidía con la de la madre de los niños, Francisca Rojas, quien había negado haber tocado los cuerpos. Confrontada con la evidencia irrefutable, Rojas confesó el crimen. Este fue el primer caso en el mundo resuelto con éxito mediante la identificación de huellas dactilares.
El éxito en el caso de Necochea impulsó a Juan Vucetich a perfeccionar su sistema, al que llamó "dactiloscopia comparativa". La policía de la provincia de Buenos Aires adoptó oficialmente el método en 1903, y pronto se extendió a todo el mundo hispanohablante.
Juan Vucetich nació en 1858 en la isla de Hvar, actualmente parte de Croacia. En 1882, emigró con su familia a Buenos Aires. Aunque su pasión era la música, Vucetich comenzó a trabajar en Obras Sanitarias.
En 1888, ingresó a la Policía Bonaerense como "meritorio", un puesto reservado para aquellos que sabían leer y escribir. Inicialmente, trabajó en la contaduría y luego en la oficina de estadísticas.
Fue en esta etapa de su vida cuando Vucetich descubrió el trabajo del antropólogo inglés Francis Galton, pionero en el estudio de las impresiones dactilares. Fascinado por estos estudios, Vucetich desarrolló su propio método de identificación, creando herramientas para capturar los dibujos dactilares de las personas.
En 1891, se le encomendó la organización de la Oficina de Identificación Antropométrica de la Policía de Buenos Aires, un sistema basado en las medidas del cuerpo. Paralelamente, comenzó a recolectar las primeras fichas dactilares de los reclusos de la cárcel de La Plata.
Después de su crucial contribución en el caso Rojas, Vucetich siguió perfeccionando su método y en 1896 patentó el Sistema Dactiloscópico Argentino, que permitía la identificación alfanumérica de los dedos de la mano.
Este sistema se convirtió en una herramienta esencial en la autenticación de documentos, la criminología y el control fronterizo y aeroportuario.