Uno de los temas de mayor atención por parte de los inversionistas ante la llegada del nuevo gobierno es que realmente haya un esfuerzo por lograr la consolidación fiscal, aunque esta sea de manera paulatina.
Si bien la virtual presidenta electa Claudia Sheinbaum prevé que el déficit se reduzca a 3.5 por ciento del PIB en 2025, desde el 5.9 por ciento de este año, el mercado no vería mal si no se alcanza el objetivo planteado, pero será importante que haya una reducción, señalaron expertos.
Gabriela Soni, directora de Estrategias de Inversión en UBS México, explicó que si no se logra un déficit de 3.5 por ciento del PIB en 2025, pero se observa un esfuerzo por lograr la consolidación, el mercado lo puede interpretar positivamente, e incluso aunque sea un déficit de hasta 4.5 por ciento el próximo año.
“Se estaría mandando una señal correcta y dejaría a los inversionistas relativamente tranquilos, pero si no se ve esa intención de reducir el déficit y vamos a seguir viendo niveles arriba de 4.5 por ciento del PIB entonces veríamos cambios estructurales (en la economía)”, dijo.
Se estima que en el presente año, el déficit, en su medida más amplia, medido con los Requerimientos Financieros del Sector Público (RFSP), será de 5.9 por ciento del PIB, el más elevado en tres décadas.
Alejandro Padilla, economista en jefe de Banorte, confió en que “el gobierno entrante puede ser capaz de diseñar una política fiscal que mantenga la disciplina en el gasto y disminuya el déficit fiscal en 2025 a cerca de 3 o 3.5 por ciento del PIB, sin generar una recesión y sin necesidad de una reforma fiscal”.
“Es importante que manden la señal de que cumplirán con los objetivos fiscales de los Pre-Criterios 2025, en donde prevén un mayor déficit este año y luego disminuye en los próximos años, para tener un marco macro estable”, recalcó.
Señaló que fue muy clara la señal que mandó recientemente el secretario de Hacienda, sobre tener esa disciplina fiscal y reducir el déficit, así como mantener un diálogo con las agencias calificadoras y con los mercados, porque eso permitirá a México mantener su actual perfil crediticio.
Sin embargo, Luis Gonzali, director de inversiones de Franklin Templeton, dijo que el escenario base es lo dicho por Sheinbaum, pero si el déficit es mayor a 3.5 por ciento sería una mala noticia y el mercado actuaría en consecuencia.
Añadió que el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, también planteó llevar el déficit a una tendencia que sea consistente con una razón deuda/PIB estable por lo que es de esperar que baje el próximo año. “Sería positivo verlo (el déficit) un poco más abajo, creo que mandaría una señal correcta y el mercado los premiaría; veríamos una reacción positiva del mercado”.
Según UBS existe la preocupación de que puedan persistir déficits más amplios, particularmente si se posponen los esfuerzos para aumentar los ingresos tributarios.
“Hay muchas dudas por parte de los inversionistas… hay presiones del lado del gasto como los programas sociales o pensiones que son gastos que no se pueden recortar; tienes mayores intereses y el inversionista cree que puede ser el inicio de una trayectoria de déficit más alto y no están todavía tan convencidos de que se logre la consolidación”, dijo Soni.
Jorge Peña, profesor de economía en la UNAM, coincidió en esta preocupación por parte de inversionistas de que no se logre la consolidación fiscal para el 2025, debido al cambio en las condiciones macroeconómicas.
“El mayor riesgo es que las calificadoras castiguen a México por el tema de las reformas estructurales y se pierda el grado de inversión, provocando salida de capitales de nuestro país, devaluando la moneda de manera inevitable”, dijo.
Diego Diaz, coordinador de Finanzas Públicas del IMCO, alertó que en caso de que el déficit no se reduzca y se mantenga alrededor del 5 o 6 por ciento del PIB, el país correría el riesgo de una degradación crediticia e incluso de pérdida del grado de inversión.
Advirtió que en ausencia de una reforma fiscal es complicada una reducción del déficit de la magnitud que se propone, ya que se obligará a recortar el gasto en un momento en el que este enfrenta presiones al alza por gastos ineludibles, en el costo financiero de la deuda, pero sobre todo por los programas sociales.