La verdad, esta Eurocopa no me está entusiasmando. Y no lo digo por la selección española, que por lo visto hasta ahora está siendo de lo más destacable, más allá de los tres triunfos, de
Lamine y
Williams y de los cero goles recibidos. Desde un análisis global, creo que es un fútbol en regresión. El tiempo en el que los equipos –y también las selecciones- querían defender con balón y lejos de sus áreas parecen estar pasando y se ve un ida y vuelta alocado en el que se va a por los jugadores en marcajes a la antigua, muy de otra época. Del tiki-taka al toma y daca. La prueba de esa defensa pegada a porteros es que hay más goles en propia portería que nunca. El atractivo de Francia, Holanda, Inglaterra o Alemania, los ‘clásicos’ del torneo, escasea, al menos de momento. Y el interés reside en el suspense del marcador, como con ese gol salvador a última hora a Croacia tan de Italia. También he tenido ocasión de ver algo de la Copa América y es más de lo mismo: a los grandes jugadores, los distintos, se les ve haciendo la guerra por su cuenta. Tanto en un torneo como en el otro, lo bueno, al menos competitivamente, llegará en los cruces directos. O al menos eso esperamos. No hay claros favoritos y en este panorama no hay que descartar a España. Eso explica también que este fin de semana se nos fuera la vista a los playoff de ascenso: desgracia para el Nàstic y enhorabuena al Espanyol, de parte de un culé: es bueno que en Primera haya al menos tres catalanes. Y una última cosa, al Barça Atlètic se le fue el sueño en una frivolidad. Es el mundo al revés: los porteros regatean y luego vemos a los extremos devolviéndola atrás...
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