Este martes, por primera en nueve años, el alcalde de Vigo se reunió con el presidente de la Xunta en lo que ambos regidores definieron como un encuentro «constructivo», que podría suponer un «punto de inflexión» y una «nueva etapa» en su relación. Un esperado cara a cara entre Alfonso Rueda y Abel Caballero que resultó ser tan fructífero como ambos regidores esperaban, con acuerdos en cuestiones «centrales» para ciudad, como las pistas de atletismo de Balaídos o la vocación de avanzar en otras que llevaban tiempo paradas, como las obras de la ETEA o el túnel de Beiramar. Ante los medios, tras la reunión, Rueda destacó el «buen tono» de la misma, «cordial de principio a fin». Un tono, dijo, que tanto la Xunta como él, a toque personal, intentan «mantener con todos los responsables municipales», aseverando que «la hostilidad» prolongada en el tiempo aporta «pocas soluciones» y «eterniza problemas». Así, celebró la incorporación de la ciudad olívica a esta «relación normal y fluida», para, independientemente de los acuerdos que puedan o no cerrarse, hablar «de los asuntos que interesan a los vecinos para intentar solucionarlos». Una posición con la que coincidió el socialista, que en su rueda de prensa –que dio por separado en la casa consistorial– celebró la apertura de una nueva etapa en las relaciones con el Ejecutivo autonómico, «una buena senda para llegar a acuerdos», resultado de una cita que fue «francamente bien» en forma y fondo. Según indicó el presidente, el primero de los acuerdos alcanzados supone el «desbloqueo» de una infraestructura tan esperada y «fundamental» en la ciudad como las pistas del estadio de atletismo de Balaídos , que ambas instituciones financiarán al 50% para que su ejecución se finalice «cuanto antes». También hubo avances en otra cuestión que estaba parada desde hacía tiempo: las obras de la ETEA, en Teis, paralizada por la negativa del Concello a poner a disposición los terrenos para llevar a cabo los trabajos. La Xunta, indicó Rueda, considera «aceptable y razonable» la propuesta del Concello de introducir a la Zona Franca como un tercer actor en la obras. Una opción que, en todo caso, tendrán que «evaluar», pero que parece «viable», y que permitiría construir una residencia de mayores promovida por la Fundación Amancio Ortega –que se comprometió a hacer una en cada ciudad, siendo la de Vigo la única que estaba pendiente– y el Campus Mar, impulsado por la universidad olívica. La Xunta también se mostró conforme con la idea de retomar el proyecto del túnel de Beiramar, que habrá que actualizar; y ambas administraciones coincidieron en la necesidad de hacer un «seguimiento de aquellas infraestructuras que tiene que ejecutar el Gobierno y son fundamentales para Vigo», como la salida sur, la conexión del AVE por la Meseta o la mejora de los servicios ferroviarios . También hubo avances en lo que al Camino de Santiago respecta, y, con la futura señalización del Camino Portugués, Vigo dejará de ser la única ciudad gallega que no indicaba la ruta xacobea. Pero el consenso no fue completo. Entre las cuestiones que quedaron en el aire, está la petición de Vigo de que la Xunta retire la candidatura de Illas Atlánticas a Patrimonio de la Humanidad –la ciudad presenta solo las Cíes–, o la inclusión de la urbe en el transporte metropolitano. «Quedó en el aire, le daremos unas vueltas», indicó el alcalde en declaraciones recogidas por Ep. Fue, en definitiva, un acercamiento histórico entre ambas administraciones, que no se producía desde la segunda legislatura de Feijóo en la Xunta, en 2015. Una aptitud conciliadora que los dos regidores abogan por mantener con más encuentros como este, para «normalizar» la relación entre el gobierno local y el autonómico.
