Los niños ya han vuelto a jugar en el parque infantil situado a apenas unos metros de la estación de Metro de Ascao. Como informó la pasada semana este periódico, desde hace año y medio, este espacio había sido tomado por un poblado chabolista que espantaba a todo aquel que intentara pasar la tarde ahí. Ahora, el asentamiento ha sido desmantelado por el Ayuntamiento de Madrid y los vecinos, aunque ya respiran tranquilos, no bajan la guardia por si estos individuos intentan volver a establecerse. El alcalde de Madrid José Luis Martínez-Almeida, ha anunciado este martes el levantamiento de este poblado chabolista durante el pleno del ayuntamiento. «En la zona de Ascao había denuncias de los vecinos no solo por temas de seguridad, sino también por las condiciones sanitarias». Además, el regidor ha asegurado que seguirán trabajando en el desmantelamiento de estos asentamientos, «siempre dando una solución a las personas que ahí se encuentran». A primera hora de la mañana del pasado domingo, técnicos municipales junto a la Policía Municipal procedieron al desalojo de estas infraviviendas. «Tiraron todo lo que había. Se ha quedado el parque perfecto», determina Nieves, vecina residente de una de las calles que colindan con el parque, a ABC. Tras los arbustos ya no hay colchones, ni electrodomésticos, ni rastro de las habitaciones de plástico en las que se cobijaban cerca de una decena de individuos dedicados a la venta de chatarra. Los vecinos ya respiran tranquilos no solo por que el parque ya está libre de objetos que podían resultar dañinos para los niños en el parque sino también por una de las cuestiones que más les alarmaban: los incendios. Durante los meses en lo que las chabolas estaban establecidas en el barrio, determinaron la pasada semana los residentes de este barrio de Ciudad Lineal a ABC, se produjeron dos y no era raro ver a estos 'moradores' con bombonas de butano paseando a las puertas de sus casas. Ahora, en el parque se respira la tranquilidad y la sensación de inseguridad se ha desvanecido con la vuelta de los niños a los columpios. Sin embargo, los vecinos no bajan la guardia ante la posible vuelta de estos individuos. «Por lo visto, aún están merodeando por la zona con sus carritos, pero estamos pendientes para actuar cuanto antes», explica Nieves. Al fin y al cabo, el espacio público resulta un buen escondite para los objetos con los que negocian.
