Son millón y medio de jóvenes que no estudian ni trabajan y para quienes el futuro es un enorme signo de interrogación.
Se ha publicado recientemente el informe del Instituto de Economía y Desarrollo Empresarial de la Cámara de Comercio de Lima con resultados que muestran la realidad de un grupo importante de peruanos conocidos como los ninis, se trata de jóvenes de entre los 15 y 29 años que no estudian ni trabajan y que podemos encontrarlos en diferentes regiones del país, en algunos lugares en mayor número.
Es el caso de Lima, donde se concentra el 43,3%, seguido por La Libertad, Arequipa y Piura. Son ciudades en las que se repiten los mismos casos de hombres y mujeres que no realizan ninguna actividad y no tienen acceso a ningún tipo de educación, para quienes el futuro se abre con un enorme signo de interrogación. Para ellos no existe la AFP al final de la vida laboral, tampoco la CTS salvadora. Una enorme desesperanza recorre sus vidas y hay una promesa incumplida del Estado y de la ciudadanía para con ellos. Los programas sociales no los alcanzan, los estudios gratuitos para la formación laboral en cualquier especialidad que les sirva, tampoco. El aumento de la fuerza laboral en regiones y la lenta generación de empleos formales contribuyen a acrecentar y consolidar la brecha ya existente, que solo coloca en peores condiciones a esta generación de peruanos que no logran integrarse a la PEA y que, de hacerlo, van a mantenerse en desventaja frente a otros con mayor preparación y experiencia acumuladas. Por ello es consistente el dato que ubica a los ninis entre los más afectados por la pobreza, esa condición que ahora se extiende y se agrava en cada vez mayores segmentos de la población total. El riesgo es, según los especialistas, que esta cifra que ya es bastante grande se incremente en este período marcado por la inseguridad ciudadana y el ascenso de actividades ilícitas, amparadas en las economías informales que generan la minería, la tala y los carteles de la droga.
Los ninis son reflejo de una realidad que se añade a los resultados desastrosos de la prueba PISA, en la que fracasamos, y del talento que emigra para no volver. Una lástima.
